sábado, 6 de junio de 2015

Otro Amor


Quiero llevarte a algún lugar para que sepas me preocupo
Pero está tan frío y no sé a dónde

Te traje narcisos en una bonita cadena
Pero no florecerán como lo hicieron la primavera pasada

Y quiero besarte, hacerte sentir bien
Estoy tan cansado de compartir mis noches
Quiero llorar y quiero amar
Pero todas mis lágrimas se han agotado

Por otro amor, otro amor
Todas mis lágrimas se han agotado
Por otro amor, otro amor

Y si alguien te hiere, quiero pelear
Pero mis manos se ha roto, demasiadas veces
Así que voy a usar mi voz, voy a ser tan malditamente grosero
Las palabras siempre ganan, pero sé que voy a perder

Y me gustaría cantar una canción, que fuera sólo nuestra
Pero las cantaría todas a otro corazón
Y quiero llorar 
Quiero aprender a amar
Pero todas mis lágrimas se han agotado

Por otro amor, otro amor
Todas mis lágrimas se han agotado
Por otro amor, otro amor
Todas mis lágrimas se han agotado

Another Love. Tom Odell
W. Violines Falso 1x04





Taken from http://lyricstranslate.com/es/another-love-otro-amor.html#ixzz3cK08xvg4

Wings. Violines Falsos 1x04

4. Nick





 ̶  ¿Nick? -  un murmullo lo despertó, una voz que parecía sonar como un eco - ¿Nick? - se volvió a repetir pero él simplemente continúo en otro lado,  ajeno a todo - ¡Nick maldita sea despierta de una buena vez o verás…! -. Casi aturdido, de una salto se puso de pie con la respiración agitada. Abrió los ojos lentamente y vio a la persona que menos le gustaba en el mundo: Aria.

Estaba mirándolo seriamente con sus delgados brazos cruzados sobre el pecho. Desde el ángulo en el que la veía lucía delgada y larga, como realmente era. Sus ojos avellana brillaron al verlo, pero de furia contenida. Nick la miró hacia abajo, mofándose de su altura frente a ella.

 ̶  Carajo, Aria. ¿Qué mierda quieres? Y ¿Qué mierda haces en mi cuarto?- preguntó frotándose la nuca con el brazo.

 ̶  Primero no me hables así, pedazo de basura humana. Segundo - chasqueo los dedos frente a sus ojos -, no estás en tu cuarto -. Se detuvo un momento para que Nick pudiera mirar a su alrededor - Idiota.

Era verdad no estaba en su habitación era… ¿la azotea? ¿Cómo es que terminó ahí? La noche anterior llegó a su mente como fugaces imágenes. Un montón de gente llegando a su casa. Deborah sacando todo lo que encontraba y tuviera alcohol, repartiendo botellas a diestra y siniestra. Una fiesta salvaje en toda la casa. Y por último él cayendo inconsciente en el suelo de la azotea. Larga noche, sin duda.

 ̶  Será mejor que saques toda tu mierda, limpies la casa y - le lanzó una sonrisita -, que te largues al instituto ya que es tarde - concluyó tirando su cabello castaño por detrás de su hombro y sonriendo con suficiencia. Le dio una última mirada y desapareció escaleras abajo.

Estaba en problemas, peor que eso. Si no limpiaba todo y lo dejaba tal y como siempre Aria hablaría sin dudar. Seguro que en la tarde tenía una de sus reuniones con las ‘’chicas’’ y odiaría que todo estuviera tan asqueroso. La recordó bailando entre sus amigos la noche anterior y le dio ganas de restregarle todo en la cara. Pequeña niña agrandada.

Dio un paso hacia adelante y sintió como si la cabeza le pesará. Al menos no tenía el problema de tener a sus padres cerca en ese momento. Era una suerte que su padre hubiera anunciado que tenían que irse a hacer un viaje importante. Para Nick aquello había significado hacer una fiesta, y para Aria aceptarlo sin chistar.

Sus padres casi nunca estaban en casa. En especial su padre que viajaba de un lado a otro y les dejaban la casa a sus hijos. Confiaban en que ellos tendrían el criterio de no destruir el lugar. Pensar en eso le recordó algo: Cecily.

Se abrió paso entre las botellas esparcidas en el suelo, con el cuidado de un torpe borracho. De suerte no piso un vidrio roto ni cayó de bruces contra el suelo. Cuando llegó a las escaleras bajó de dos en dos hasta llegar a la  pequeña sala de estar del segundo piso. Ahí se encontraba Cecily sentada en el sillón, mirando en silencio el televisor.

La pequeña tenía un aspecto adorable y dulce, aunque en él tuviera el efecto contrario.

 ̶  ¡Cecily! ¿Acaso la movilidad ya te dejó? - exclamó preocupado. Su hermana menor alzó la cabeza lentamente, como si nadie hubiera hablado.

 ̶  Si la dejo imbécil, ahora tú tendrás que dejarla - comentó Aria saliendo de su cuarto ya lista. Como siempre lucía lo mejor de su closet y nunca repetía de conjunto. Nick se preguntaba todos los días cuánta ropa tenía.

 ̶  ¿Estás loca? Pensaba en ir a pie - se quejó Nick dejándose caer al lado de su hermana menor en el sillón. Lucía tan cómodo en comparación del lugar en donde había pasado la noche.

 ̶  El nido queda camino a tu instituto, no es algo imposible Nick - fue su única respuesta -. La casa debe de estar limpia para cuando llegue, ¿eh? Suerte - fueron sus últimas palabras para bajar las escaleras saltando como una bailarina. Pocos segundos después se oyó el sonido de la puerta de su casa cerrándose como un gran golpe sordo.

Nick torció los ojos y miró a su hermana menor, esta se encogió de hombros como si no fuera su problema y continúo viendo la televisión. No había tiempo que perder, se dijo a sí mismo Nick poniéndose de pie y animándose un poco.

* * *

Después de sobornar a Cecily con una lata de dulces, y a la empleada con dinero; Nick llegó tarde al instituto. De nada había servido hacer que la empleada limpiará toda la casa, ni que su hermana guardará el secreto de llegar tarde a clases. La puerta estaba punto de cerrarse frente a sus ojos y si eso llegaba a suceder sus padres empezarían a sospechar que pasaba en su ausencia.

A lo lejos en la calle del frente pudo divisar una figura que avanzaba a paso redoblado hacia el instituto. Al igual que él, parecía apurado y hecho una mierda. Como si no hubiera dormido la noche anterior. Era Lizzie, que vivía a solo unas cuadras del instituto y sin embargo llegaba tarde unas tres veces a  la semana.

 ̶  ¡Nick!  - le gritó ella con voz ahogada, casi sin respirar. Estaba despeinada y la mochila se le resbala una y otra vez de brazo.

 ̶  Dime algo - le dijo mientras ambos se reunían frente al instituto - ¿Cuándo será el condenado día que llegues temprano?

 ̶  Llegue temprano ayer, imbécil - le respondió frunciendo el ceño. Siempre había existido hostilidad entre ambos ya que Lizzie no soportaba la idiotez de Nick, y Nick simplemente no la aguantaba. Desde el ‘‘tratado de paz’’ que habían hecho por el bien de grupo evitaban pelear, pero era inevitable fastidiarse el uno al otro.

 ̶  Si, ayer - respondió irónicamente. Ambos entraron por la puerta saludando a George, que con un gesto y un guiño de ojo  les dejó pasar sin ponerles el sello de tardanza.

Nick suspiro de alivio, al menos no tendría que inventar una excusa por su tardanza.

En silencio, con Lizzie al lado murmurando cosas que no entendía, recorrieron los pasillos vacíos de instituto hasta llegar al salón de clases que les tocaba: Literatura. ¡Con Mónica! Dijo una voz maliciosa en su interior.

Si había algo parecido a una profesora sexy en ese lugar era Mónica. A la que muchos veían en clases en vez de prestar atención al tema. No era ninguna noticia que la mayoría de chicos la alucinarán todos los días. En especial los preferidos de ella: Rolf y Adrián.

Adrián había sido su preferido desde años anteriores, pero lo que era más extraño era Rolf que apenas llevaba unas semanas en el instituto. Ni para decir que era por su rendimiento académico. Vaya profesora.

Lizzie notó esa mirada en su rostro y puso los ojos en blanco. Estiró la mano y tocó dos veces la puerta con los nudillos. No pasó mucho tiempo para que la profesora Mónica les abriera la puerta.

Como siempre estaba con unos zapatos de taco alto, una chompa pegada, abierta en los primero botones y el cabello amarrado en un moño alto. Les lanzó una mirada molesta por debajo de sus gafas y los dejó entrar. Nick pasó sin prestarle mucha atención.

 ̶  Lizzie siéntate con Deborah, Nick…con Bonnie -  indicó ya que las carpetas estaban distribuidas de dos en dos. Nick ni siquiera sabía quién era Bonnie por lo que tomó asiento en la única carpeta vacía que vio, al lado de una chica castaña que nunca antes había visto.

Ella ni siquiera le prestó atención y continuó concentrada con la hoja de papel que tenía entre las manos.

 ̶  Ya que tendré que explicar nuevamente el trabajo para los que llegaron tarde, todos presentarán el trabajo hoy - Mónica siguió hablando mientras Nick se acomodaba en su asiento junto a Bonnie, el salón entero profirió un quejido y Mónica ni se inmutó.

 ̶  No, señorita,  como va a ser eso ni que esto fuera Holocausto  - comentó Adrián desde el fondo de aula y algunos rieron mientras que otros negaron con la cabeza. Mónica sonrió un poco y negó con la cabeza, sin duda complacida.

 ̶  Tienen que escribir un poemario con todas las propiedades estudiadas. Elijan un estilo, la época, lo que deseen. Por eso tienen la oportunidad de hacerlo en parejas. Esto constará de 6 poemas y será presentado en una semana. Por lo que habrán muchos ejercicios para que se puedan ir liberando a lo largo del tiempo impuesto con su pareja - todos volvieron a quejarse pero ella no hizo caso alguno -. El primer ejercicio para hoy es escoger un poema para recitarlo el día de mañana frente a su pareja. Conozcan un poco más a su compañero si quieren, tienen una hora para hacerlo y plantear ideas. ¡Empiecen! - esa fue la última orden y todo empezaron a hablar.

Nick volteó a ver a su compañera.Era una chica bonita en sí, pero nunca había llamado su atención hasta ese momento. Tenía los ojos grandes y castaños tras unas gafas delgadas con el marco rectangular. Tenía la piel chocolate, igual que el cabello oscuro. Aunque sus cachetes eran algo inflados en comparación con el resto de rostro, sus labios parecían delineados naturalmente. Ella dejó de mirar la hoja en la que estaba dibujando y lo enfrentó con la mirada. Su cabello se despeino con el movimiento y lució más rebelde que antes.

Lo miró confundida, y él tampoco supo qué decir exactamente. Se veían extraños en medio de un montón de gente charlando animadamente.

 ̶  Lo siento, ¿pero tú eres? - habló ella por fin y él reaccionó.

 ̶  Nick - respondió algo incómodo. La chica lo miró con interés. Tenía las pestañas largas pero no rizadas. Se preguntó si podría verlo a través de ellas.

 ̶  Hola - respondió volteando un poco y apoyando el codo en su mesa. Ambos se quedaron en un silencio incómodo. Hasta que Nick decidió cortarlo, cansado - ¿Eres nueva? - preguntó y ella frunció el ceño ligeramente.

 ̶  No - respondió incómoda y Nick contuvo una sonrisa por el incomodó momento que la había hecho pasar.

Bonnie se dio la vuelta y miró a la pizarra en silencio unos minutos. Nick supo que había arruinado el momento y soltó un suspiro. Quiso decir algo pero no encontró las palabras, ella decidió ignorarlo y volvió a sacar la hoja llena de extraños dibujos que antes estaba examinando.

Sin saber que hacer miró al frente. El trabajo era lo que menos le importaba, la chica le había llamado la atención y su instinto se había activado. Llevaba tiempo flirteando con todo el mundo sin querer precisamente nada, todo para intentar olvidar a cierta delgada de cabello corto.

 ̶  Ya dejemos de fingir una situación incómoda e intentemos conocernos algo - Nick perdió la paciencia y se estiró hasta poner sus manos sobre el dibujo, llamando la atención de ella. Bonnie alzó la cabeza y lo miró con sus grandes ojos castaños.

 ̶  ¿Qué necesitas saber de mí para conocerme? - le preguntó y él se encogió de hombros.

 ̶  ¿Qué quieres tú que yo sepa? - Bonnie apartó el dibujo de él y dobló la hoja en dos.

 ̶  No hay grandes cosas. A parte no es necesario que me conozcas, puedo hacer un poema sin tu ayuda - Nick se sintió completamente rechazado.

 ̶  Eso no me haría ganarme la nota - comentó y ella se encogió de hombros, tal y como él lo hizo antes.

 ̶  No importa, no será un problema. Solo deja de intentar conocerme - dijo claramente y sin darse cuenta presentó un reto ante él.

 ̶  Quiero conocerte, para saber qué poema debería de recitarte en la siguiente clase - su voz sonó más aguda de lo que se propuso. Siempre pasaba eso en los momentos menos indicados.

Bonnie simplemente se encogió de hombros y aquello lo exasperó. ¿Porque esa chica lo ignoraba deliberadamente? Se burló de ella un poco al inicio, pero ya no lo estaba haciendo. Algo hacía que quisiera conocerla.

Tal vez solo un sentimiento de despecho pero lo ignoró. Mónica al frente revisaba algo en su escritorio mientras los demás conversaban y hacían laberinto. Deborah lanzó un grito desde su asiento para molestarlo y él prefirió no hacerle caso.

Al ver que Bonnie no le volvería a hacer caso rompió el pedazo de una hoja de primer cuaderno que encontró. Escribió dos palabras y se lo dejó al lado de la hoja en la que dibujaba.

Ella lo leyó y lo miró con claro fastidio.

 ̶  Solo para acordar qué poema recitará cada uno - el timbre ya sonaba con fuerza, la hora se había pasado volando con él haciendo nada. Nick asintió con la cabeza y sonrió.

Se encontraría con Bonnie esa tarde en el Keyfra.

* * *

No lo entendía pero se encontraba nervioso. ¿Nervioso? ¿Por una chica que apenas y había visto en su vida? Eso era ridículo. Entró en el Keyfra y tomó asiento en su mesa favorita, una que siempre encontraba vacía.

Estaba junto a la gran ventana de vidrio que daba a la calle. La ventaja era que podía observar el exterior con la confianza de que desde afuera nadie lo vería. Cruzando la pista una silueta apareció, era Bonnie caminando con rapidez. Se detuvo abruptamente justo en el filo de la vereda, con los cabellos despeinados y las mejillas algo coloradas por el esfuerzo.

Tenía los pies sobre la tierra, y la mirada determinante e inteligente. Pero su cabeza parecía viajar de un lado a otro, entre mundos de colores. El bolso marrón que llevaba colgaba de su hombro, con hojas saliendo por los bordes. Sus delgadas manos sostenían un libro, mientras que jugueteaba con su pie sobre el suelo.

El semáforo cambió y la gente empezó a avanzar, empujándola a un lado. Bonnie reaccionó y avanzó con los demás. Sin saber porque a Nick le gustó que el encuentro estuviera ya tan cerca.

Al verla acercarse a la puerta de la cafetería alejó la mirada y concentró su atención en lo primero que vio: una mariposa posada en la ventana.

Bonnie entró y la campana en la puerta sonó. Nick contuvo las ganas de levantar la cabeza y decirle algo.

 ̶  Realmente uno de estos días podrías morir intentando cruzar la calle - se imaginó diciéndole y ella entrecerrando los ojos con confusión.  

Sería lo más estúpido y ella comentaría algo inteligente.

 ̶  Hola - lo despertó de sus pensamientos la voz de ella. Al alzar la vista se encontró con Bonnie. La chica tomó asiento frente a él y la mariposa que había estado observando se alejó volando.

 ̶  Creí que no vendrías - fue lo único que se le ocurrió decir y ella frunció el ceño, acomodándose el cabello.

 ̶  Es una nota, no soy así de inmadura - comentó dejando su libro sobre la mesa con fuerza, parecía ofendida de pronto.

 ̶  Entonces… ¿para qué hemos quedado? - ante eso ella contuvo un gesto de exasperación y soltó un suspiro.

 ̶  Tú hiciste que quedáramos Nick, fue tu grandiosa idea - contestó y supo que la estaba exasperado. Notó que se quería levantar y automáticamente estiró el brazo para coger su muñeca, deteniéndola.

 ̶  Okay, okay. Tenemos que conocernos mejor para saber qué poema recitar, para eso hemos quedado - Bonnie lo miró en silencio unos segundos y se liberó de su agarre.

 ̶  ¿Qué quieres saber de mí? - preguntó y Nick no supo qué responder.

 ̶  Uhm… - intentó ganar tiempo, sin estar muy seguro de lo que responder, no quería sonar atrevido o decir, para variar, una estupidez que la ofendiera.

 ̶  ¿Qué estás leyendo? - le pregunto finalmente al ver el libro que había depositado en la mesa.

 ̶  Es… - quiso responder pero su voz fue opacada por un par de risas escandalosas que entraban por la puerta.

Nick observó pasar a Catalina y Enrique de la mano. Detrás de ellos estaban Britney y Karen, dos amigas muy cercanas de Catalina. Ambas no dejaban de reír histéricamente para lanzar pequeños gritos de emoción y señalar a la pareja que iba adelante de ellas.

Bonnie ni siquiera volteó, simplemente continuó mirando a Nick en silencio. La mirada penetrante de ella lo estaba incomodando, pero no le fastidiaba. Eso lo preocupaba aún más.

 ̶  ¿Ellos no son de instituto? - preguntó Bonnie y Nick la miró.

 ̶  Sí, son Catalina y Enrique… - la chica alzó una ceja sin terminar de comprenderlo todo -. Han empezado a salir y al parecer a muchas personas la idea les fascina - explicó y Bonnie volteó a verlos unos segundos. Catalina no soltaba la mano de Enrique mientras este se sonrojaba por la intensidad de la mirada que Catalina le daba. Bonnie dejó de mirarlos y solo se encogió de hombros.

 ̶  Suena exagerado, como si nunca hubieran visto una pareja - dijo ella jugando con los dijes de su pulsera. Una mariposa, una flor, una rosa y un árbol.

 ̶  Cada uno con su tema, ¿no? - Bonnie alzó la mirada hacia él y asintió.

 ̶   Claro - respondió y ambos se quedaron en silencio unos segundos.

Nick quiso cortar el silencio incomodo pero un chico alto y esbelto apareció a un lado.

 ̶  ¿Su pedido? - Nick lo reconoció, era el hijo del dueño de Keyfra y trabaja a medio tiempo en el en la cafetería - bar. Su padre lo tenía obligado a no dejar la cafetería, tanto así que desconocía si estudiaba en algún lugar o en casa. 

Siempre que iban a ensayar lo encontraba, él los ayudaba con los equipos de sonido y los felicitaba cada vez que podía. Con la que más congeniaba era con Gema y en ocasiones LeBron. Era con los que más amistad tenía.

 ̶  Hola Karl- lo saludó Bonnie con una sonrisa encantadora, el chico le correspondió. Nick sintió una extraña molestia en su interior al ver eso. Karl era un chico apuesto y le incomodaba notarlo.

 ̶  ¿Lo de siempre? - le dijo a Bonnie con una sonrisa de lado, presumiendo el hoyo que tenía en esa mejilla.

 ̶  Supongo - respondió Bonnie y Karl apuntó algo en su agenda.

 ̶  ¿Tú Nick? - le preguntó y el chico negó con la cabeza.

 ̶  Nada - respondió con dureza.

 ̶  Oh cierto, escuchamos lo de la audición. Lo siento, tío - le dijo con sinceridad dándole unas palmaditas en la espalda. A Nick aquello lo molestó sin razón alguna.

 ̶  Está bien - su voz sonó cortante y no le molestó, Karl quiso decir algo más pero al ver que estaba molestando se fue.

En cuanto desapareció de su lado Nick sintió un poco más de alivio. Bonnie lo miró furiosa y su ira se aplacó.

 ̶  ¿Porque tenías que ser tan grosero? - le reclamó y él no supo qué más hacer aparte de encogerse de hombros.

 ̶  Menciono lo de la audición, sabiendo que iba a molestarme - se excusó y sintió una punzada de culpa al hablar mal de Karl, sabiendo que sus intenciones no habían sido malas.

Bonnie negó con la cabeza y se cruzó de brazos, Karl volvió unos minutos después con el pedido y lo dejó sobre la mesa.

 ̶  Bueno me decías algo antes de que Karl llegará - Nick no iba a dejar que esa pequeña molestia arruinara su encuentro con Bonnie.

 ̶  No  importa lo que estoy leyendo, no te gustara.

 ̶  ¿Pero a ti si te gusta, no es así?

 ̶  Sí. ¿Sabes? Lo haré más sencillo, me gusta leer, es decir amo leer. Adoro leer ¿entiendes? - dijo dejando en claro lo que significaba “leer” para ella.

 ̶  Okay - dijo sonriendo un poco -, ves así vamos progresando. Cuéntame más de ti - Nick por fin estaba manteniendo una conversación con ella y se sintió orgulloso.

 ̶  Soy buena dibujando - respondió y Nick recordó el papel en el que estaba garabateando en clase. Un recuerdo vino a su mente, de ella dibujando frente a él -. ¿Tú en qué eres bueno?

 ̶  La música - respondió sin dudar y Bonnie alzó ambas cejas.

 ̶  Nunca te he escuchado - comentó tomando un sorbo de lo que había pedido.

 ̶  Tocó todos los días aquí, con…lo que era mi banda - mencionar eso lastimó a Nick. Desde el intento fallido de audición todos se habían peleado entre sí, sin saber a quién echar la culpa. Gema estaba tan concentrada en sus temas personales que los había olvidado, dejando que todo se cayera a pedazos.

 ̶  ¿Lo que era? - preguntó Bonnie con curiosidad.

 ̶  Digamos que nos hemos separado por un tiempo - su voz detonó tristeza y aquello despertó aún más la curiosidad de Bonnie.

 ̶  ¿Estás bien con ello? - Nick no supo cómo responder eso. No, no estaba bien. Nada bien. Bonnie comprendió su silencio y estiro su mano sobre la mesa hasta llegar a la de él.

 ̶  Hay cosas que pueden repararse si uno toma la iniciativa - susurró enrollando con sus largos dedos la muñeca de Nick.

No supo qué responder nuevamente. Bonnie lo estaba dejando sin palabras.

* * *

La cabellera de Bonnie desapareció cuando dobló la esquina y Nick la perdió por completo de vista. Había estado más de una hora conversando, hasta que ella se había puesto de pie aludiendo sus clases de inglés.

A Nick le había caído muy bien ese tiempo de charla con una chica interesante. Tal vez no había comprendido el 60% de lo que ella había dicho pero lo había pasado bien. Sin alguien que lo fastidiara ni le hiciera una broma pesada, como siempre.

Miró el cielo y se encontró con un naranja oscuro, la noche ya se acercaba y si no llegaba a casa temprano su padre notaría algo raro. Su celular vibró en su bolsillo trasero, sudo frió al pensar que su padre podría haber llegado más temprano de lo esperado.

 ̶  ¿Sí? - contestó con voz suave.

 ̶  Nick - le respondió la voz de Charlie, casi soltó un suspiro de alivio.

 ̶  ¿Qué sucede? - dijo algo rudo, recordando de pronto la última pelea en la que habían estado involucrados todos los de la banda.

 ̶  Quiero conversar contigo, lo más antes posible… - Nick se lo pensó. Charlie y él eran buenos amigos, y la idea de que la banda se separará les iba a doler por igual -. No seas infantil Nick, no podemos dejar que todo se pudra por una audición fallida - las palabras de Charlie perforaron su oído y quiso colgarle pero se contuvo, recordando las cosas que Bonnie le había dicho.

 ̶  ¿Dónde? Tendrá que ser rápido - contestó apretando las manos con fuerza, le estaba costando contener sus impulsos.

 ̶  ¿Estás cerca a mi casa? - Nick contestó con un gruñido que Charlie tomó como afirmación -. Te espero en el parque que queda a la vuelta. Hablamos - dijo y colgó. Nick se pasó las manos por el rostro mientras pensaba en que decirle a su hermana para que lo cubriera.

Después de enviarle un mensaje a su hermana se encaminó al lugar acordado con Charlie. Mientras caminaba no podía dejar de pensar en cierta castaña, sacó su celular y abrió los contactos. Ahí brillaba la foto de Bonnie junto a su número. Podía llamarla, o enviarle un mensaje…

Optó por lo segundo y le escribió unas cuantas palabras. Ansioso espero con el celular en la mano una respuesta, pero no llegaba. Claro que no le iba a responder tan rápido, estaba en sus clases de inglés…

Frustrado pateó una lata que había tirada en el suelo. No podía estar involucrándose tanto con una chica como Bonnie. Inteligente, astuta…invisible para los demás. Él no salía con ese tipo de chicas, él salía con chicas atrevidas y hermosas. Como Triana.

Sus pensamientos volaron al llegar al parque que había acordado con Charlie. En él ya lo esperaba su amigo…con Mary Elizabeth enrollada a su cintura. Nick contuvo un gesto de incomodidad y se acercó a ambos con paso lento. Mary Elizabeth le sonrió y lo saludó con la mano, sin liberar ni por un segundo a Charlie. Esta era la reciene enamorada de Charlie. Llevaban poco tiempo pero andaban más pegados que chicle. Aun no sabía si Charlie la quería de verdad o era otra más de su colección.

 ̶   Gracias por venir - le dijo él y Nick vio que estaba diciendo la verdad en su mirada.

 ̶  Creí que esto sería algo más…personal - comentó mirando únicamente a Mary Elizabeth.

 ̶  Ella fue la que me convenció de llamarte - Nick alzó una ceja ante eso, la chica se alejó de Charlie cautelosamente y le sonrió a Nick.

 ̶  Arreglen sus temas rápido, no ganan nada fingiendo estar ofendidos el uno con el otro - dijo tirando su largo cabello detrás de sus orejas -. Te espero - le dijo a Charlie y despidió a Nick con un gesto. Luego se alejó, confundiéndose entre la oscuridad de lugar.

Nick miró en silencio a Charlie, esperando que este empezara la conversación. Nunca se le había dado disculparse con alguien, y mucho menos intentar suplicar porque su amistad siguiera siendo la misma. Siempre esperaba a que los demás dieran el primer paso, para intentar animarse a continuar con los siguientes pasos. Cobarde, lo dirían algunos, él prefería autodenominarse orgulloso.

Su amigo soltó un prolongado suspiro y se despeinó los rulos, sentándose en la banca que había a un lado. 

 ̶  No tiene caso fingir que estamos molestos…

 ̶  ¡Estoy molesto! - exclamó Nick soltando por un momento la rabia que había en su interior -. Todo estaba perfectamente planeado para ese día, pero de pronto todos ustedes decidieron…

 ̶  No fue culpa tuya, ¿okay? Ni mía, ni de Gema. Fue de todos. Solo hay que aceptarlo… - Nick se quedó en silencio y pensó en la larga charla que había mantenido con Bonnie. Lo que ella le había dicho, lo que le había aconsejado. Y mirando a Charlie entendió que molestándose con todos no iba a solucionar las cosas. Iban a tener muchas fallas, debían aprender a superarlas e intentar nuevamente.

 ̶  Tal vez fue culpa de Gema - comentó sentándose al lado de Charlie y su amigo sonrió.

 ̶  ¿Es más fácil culparla a ella porque tal vez solo lo admita y nos pida perdón a todos? - dijo su amigo comprendiendo su idea y Nick asintió, dejando que una sonrisa apareciera en sus labios.

 ̶  Mucho más fácil - dijo y ambos rieron unos segundos sin ninguna razón.

Aunque le costara admitirlo, Mary Elizabeth había tenido razón en una cosa: Charlie y Nick funcionaban  mejor juntos que estando separados y ‘‘ofendidos’’.

Su celular vibró e inmediatamente lo sacó de su bolsillo al considerar que podría ser Bonnie. Al comprobar que lo era sonrió y leyó las dos palabras que ella le había enviado. Sin contenerse escribió una respuesta no midiendo su emoción.

 ̶  ¿Estás hablando con una chica? ¿Al fin? - lo interrumpió Charlie, mirando fijamente su celular al lado. Nick bloqueó la pantalla y lo miró con el ceño fruncido.

 ̶  ¿Te parece tan raro? - preguntó un poco herido y su amigo asintió, con sinceridad.

 ̶  Sí. Desde Triana creí que las cosas con las chicas habían….

 ̶  Ya pasó mucho desde ‘‘Triana’’, Charlie. No es como si nunca vaya a poder superarla - Nick se sorprendió al sentir que estaba mintiendo al decir eso. ¿Acaso ya no había superado a Triana?

Triana. Triana. La chica más hermosa que había conocido, según él, y también la que más rota había dejado su vida. Y es que no se había conformado con romper su corazón, sino también los había separado a él y a su mejor amigo…

Aun la recordaba. Pequeña, ojos castaños, sonrisa encantadora. Evocar su imagen le daba un sabor amargo a la boca, como si no pudiera pasarlo. Había estado muy enamorado de esa chica, y ella había preferido romperle el corazón con su ex mejor amigo.

 ̶  Es un tema superado, Charlie - le respondió sin dejar de mirar sus zapatos. Charlie soltó un suspiro.

 ̶  ¿Superado? ¿Quién es la que lo consiguió? - aquella pregunta incomodó a Nick, como si estuviera utilizando a Bonnie.

 ̶  Estoy hablando un poco más con Bonnie, va a nuestra clase de Literatura - Charlie asintió con la cabeza.

 ̶  Es simpática, y muy inteligente - dijo aquello como si ya de por sí estuviera fuera de su alcance. Ignoró el comentario y decidió hablar sinceramente con su amigo.

 ̶  Es extraño, me gusta hablar con ella. Y sabes que soy de pocas palabras, o de estúpidas, mejor dicho. Es agradable escucharla…no lo sé - soltó y su amigo le dio un par de palmaditas en el hombro.

 ̶  Puede que por fin está sentando cabeza, Nicky - Nick sacudió el hombro molesto, evitando el contacto con su amigo mientras este reía.

 ̶  Al menos suelo interesarme en una sola al mismo tiempo, y por largo tiempo - lanzó un comentario venenoso contra su amigo. La lista de ex’s de Charlie era una de las más largas, y a Nick siempre le encantaba traer eso a colación.

 ̶  Eso ya término, Nick - su amigo miró en dirección a la casa que quedaba a menos de una cuadra de donde estaban. En el segundo piso un cuarto estaba con la luz prendida, la silueta de Mary Elizabeth se dibujaba sobre la cortina.

Nick puso los ojos en blanco. Había escuchado decir eso a su amigo al menos unas mil veces desde que lo conocía. Ese era Charlie, y nunca cambiaría.

 ̶  Debo volver a casa, nos vemos mañana - Charlie asintió con la cabeza y alzó la mano en señal de despedida. Nick asintió y se dio la vuelta, camino a casa.

* * *

Su despertador sonó como una bomba estallando al lado de sus oídos. Aturdido saltó de su cama y cayó al suelo de trasero, con las mantas sobre la cabeza. La luz del sol ya entraba por su ventana, iluminando el suelo de su habitación.

 ¿Ya era de día? Su celular también empezó a vibrar entre las mantas y soltó un gruñido. Al encontrarlo apagó la alarma y vio la hora. Aún no era tarde.

No había sido buena idea quedarse despierto la noche anterior hablando con Bonnie, aunque lo había disfrutado. Hablar por mensajes jamás había sido de su agrado, pero cuando Bonnie le respondió un mensaje él optó por llamarla. 

Cansado se puso de pie a duras penas y se alistó como pudo. Era una suerte que su padre ya estuviera de vuelta y lo dejará irse en el carro.

Una vez listo bajó a la cocina, en donde ya sus hermanas se preparaban. Su padre miraba las noticias sentado en la mesa, al lado de Cecily que comía los mismos cereales de siempre. Aria estaba apoyada sobre sus codos, revisando su celular en vez de comer lo que le habían puesto en la mesa.

 ̶  ¿Puedo irme hoy día con el carro? - le preguntó a su padre. Este lo miró con seriedad y volvió sus ojos al televisor.

 ̶  Buenos días - le respondió, claramente molesto. Aria lo miró con una sonrisa de suficiencia, como siempre que le llamaban la atención.

 ̶  Buenos días - optó por decir Nick sentándose en la mesa mientras la señora que los atendía colocaba un plato con dos huevos fritos y una tostada frente a él.

 ̶  Si Nick se lleva el carro quiero que me lleve con él - habló Aria con su voz chillona -. Me ahorrará el boleto de bus - su padre asintió con la cabeza sin siquiera mirarla y ella sonrió de mejilla a mejilla.

 ̶  ¡No! - se quejó Nick furioso, más su hermana sonrió aún más.

 ̶  Si te llevas el carro ayudas de alguna manera, Nick. Es eso o nada - a Nick no le quedó de otra que aceptar lo que su padre le estaba poniendo. Si no tendría que ir en el bus o a pie, y prefería ir en el carro.

El resto de desayuno fue como siempre, en silencio. La ausencia de su madre era latente entre todos, en especial en la pequeña Cecily que no sonreía para nada.

Su padre se puso de pie y miró el plato completamente lleno de Aria. Está frunció el ceño y con su tenedor cogió un poco. Lo comió y le sonrió a su padre con su típica sonrisa de niña engreída.

 ̶  Vamos - le ordenó a Nick poniéndose de pie y saliendo de la cocina. Nick cerró los puños sobre la mesa y tomó una larga bocanada de aire.

Siempre iba a necesitar toda la paciencia del mundo con Aria.

* * *

Aria bajó del auto como una estrella cuando llegaron, encantada de que sus amigos la vieran. Nick contenía la cólera contra el volante, haciendo acopio de su parte más razonable. Era su hermana, tenía que aguantarla y quererla.

Unos nudillos tocaron la ventana y a través de vidrio oscuro vio el cabello dorado de Deborah. Bajó la ventanilla y ella le dio un golpe en la frente como saludo.

 ̶  Hola maricón - Nick soltó un suspiro. Otra persona con la que usar toda su paciencia -. Hey, mueve tu trasero tenemos clases - le dijo sin dejar de sonreír.

Nick sacó las llaves para guardarlas en su bolsillo y salir de carro. Una vez afuera Deborah enredó su brazo con el de él y empezó a caminar rápidamente, jalando para que fuera a su paso. Nick se acostumbró con facilidad, era mucho más rápido que ella.

  ̶  Escuche por ahí que te vieron con cierta castaña ayer en la cafetería - ronroneo la chica divertida y Nick sonrió.

 ̶  Es cierto, salí ayer con Bonnie - le confesó a Deborah y está soltó un grito de emoción.

 ̶  Eso es perfecto Nick - lo felicitó abrazándolo de pronto. Nick le correspondió, sabiendo que Deborah solo se preocupaba por él y le deseaba lo mejor. Si ella aprobaba a Bonnie era porque algo estaba haciendo bien -. Es una gran noticia que hayas superado por fin a la perra de Triana - aquello acabó con la sonrisa de Nick.

¿Acaso todo el mundo creía que él nunca la superaría? ¿Es que no la había superado? Él la había superado, si lo había hecho. No cabía duda de ello. No.

 ̶  Quiero acercarme a ella pero no encuentro como, es tímida - Deborah chistó, negando con la cabeza firmemente.

 ̶  A Bonnie le gustas, Nick. Desde hace mucho y ahora que le has prestado atención debe de estar encantada. Es nueva, ¿cierto? - Nick negó con la cabeza, sorprendido.

 ̶  ¿La conoces? - preguntó curioso y Deborah soltó una risa cantarina.

 ̶  No, claro que no. Pensé que era nueva, debo de haber estado confundida - aquello movió algo en el interior de Nick, solo no supo concretar qué. ¿Cómo Deborah aceptaba a una chica que no conocía para él? -. Como sea, tienes que hacer una reunión ‘‘privada’’ en tu casa, e invitarla - le susurró e hizo un gesto extraño al mencionar la palabra privada -, sabes a lo que me refiero - terminó guiñándole un ojo.

 ̶  No es mala idea - aceptó, aunque algo había cambiado en su interior.

 ̶  Invita a los de siempre, y al nuevo. No sería mala idea - ambos empezaron a subir las escaleras para llegar a su piso, Nick frunció el ceño confundido. ¿El nuevo?

 ̶  ¿Lo conoces? - Deborah asintió con la cabeza.

 ̶  Con las chicas lo hemos conocido hace poco y parece buena persona, invítalo - Nick asintió sin pensarlo un segundo. No le importaba mucho tampoco.

 ̶  Tú encárgate - le dijo, como siempre.

 ̶  Okay, Nicky. Nos vemos mañana en tu casa - le dijo dándole un beso en la mejilla y entrando al salón.

Confundido entró al salón detrás de ella y la vio correr hacia los demás. Mónica ya estaba sentada en su escritorio y miraba entrar a todos sus alumnos. Nick caminó hasta el asiento que había al lado de Bonnie y se sentó sin decirle nada, ni siquiera mirarla.

Ella alzó la cabeza para verlo en silencio, esperando el saludo que él se suponía le daría. Pero no sucedía y su paciencia se estaba agotando.

 ̶  Hola – él la miró.

 ̶  Hola – le respondió, Nick tuvo la intención de decir algo más pero la profesora gritó ahogando su voz.

 ̶  ¿Pareja voluntaria para empezar? – dos chicas alzaron la mano. Bonnie apartó la mirada y se concentró en el dibujo que estaba haciendo.

Nick la miró sin saber muy bien que hacer. ¿Qué estaba pasando? Buscó a Deborah en el salón y la encontró junto al chico nuevo. Cassia, Lizzie y Clace estaban cerca también, comentando algo con la rubia que no alcanzaba a oír. Un rato después Deborah volteó a mirarlo y le hizo un gesto de afirmación.

Seguro que todos habían aceptado ir a la reunión que Deborah ya estaba maquinando. Aun no se explicaba por qué invitar al nuevo.

El resto de la clase Nick optó por quedarse en silencio, escuchando a las parejas que la profesora sacaba adelante a recitar. La hora no alcanzó para todos por lo que la mayoría tuvo que entregar el poema planeado en una hoja de papel. Bonnie ni siquiera dejó que Nick le echará un vistazo al poema que ella le había hecho. Él no tenía nada, por lo que cuando la profesora se acercó a su sitio se limitó a encogerse de hombros.

 ̶  No perjudiques a tu compañera – le dijo suavemente, aunque era una clara amenaza. Nick giró la cabeza para mirar como Bonnie no les prestaba atención. Cuando la profesora los dejó solos tomó el valor necesario para volver a hablarle. ¿Por qué la había ignorado?

 ̶  ¿Harás algo estos días? – le preguntó. Bonnie alzó la cabeza lentamente y lo observó a través de sus lentes.

 ̶  ¿Por qué? – respondió con una pregunta. Aquello lo desconcertó.

 ̶  Estoy haciendo una reunión en mi casa y estaría bueno que fueras – se le ocurrió responder y Bonnie se quedó en silencio, considerando la idea.

 ̶  ¿Cuándo?

 ̶  Supongo que mañana – Bonnie negó con la cabeza.

 ̶  Irán tus amigos, a la gran mayoría no los conozco…

 ̶  Yo quiero que estés ahí – la detuvo sosteniendo su mano sobre la carpeta, como ella había hecho el día anterior. Aunque no estaba segura, Nick podía sentir en su mirada que lo estaba considerando.

 ̶  Está bien – aceptó y Nick sonrió ampliamente. Al intentar enderezarse resbaló y tuvo que apoyar sus manos en el suelo inmediatamente. Sin darse cuenta se había estado estirando hacia la carpeta de Bonnie, perdiendo el equilibrio.

 ̶  Está bien – dijo él también sin saber porque, pero ella sonrió. Sonrió de verdad. Una sonrisa amplia y grande que él nunca había visto en su rostro. Seguramente era por su caída segundos antes.

El timbre los sobresaltó a ambos que dieron un pequeño brinco en sus carpetas. Nick soltó una risa y Bonnie lo acompaño, igual de divertida.

 ̶  Nos vemos ahí – le dijo Bonnie como despidiéndose, Nick la observó ponerse de pie y alejarse. Le gustaba, sí. Pero había algo en su interior…

Antes de que pudiera de terminar de pensar un par de libros pesados cayeron en su carpeta y al alzar la cabeza vio los rostros de Lizzie y Cassia mirándolo seriamente. Miró seriamente a Lizzie, que negó con la cabeza.

 ̶  Como sea – dijo ella poniendo los ojos en blanco y Nick miró a Cassia buscando una respuesta en ella.

 ̶  Sabemos que gustas de Bonnie – soltó la chica y Nick soltó un suspiro, era cuestión de tiempo que Deborah se los contará a los demás -. Y también sabemos que la invitarás a la reunión de mañana…

 ̶  ¿Quiénes irán? – le preguntó con curiosidad y Lizzie cerró su mano en forma de puño.

 ̶  ¡Eso no importa! – le gritó golpeando inconscientemente su mesa. Nick dio un salto y Cassia sonrió un poco.

 ̶  Los de siempre, Nick. Las dos, Deborah, Gerard, invitó a Johnatan sin razón alguna y Clace dijo que no podría – Nick asintió con la cabeza.

 ̶  Dijo algo de que invitaría al nuevo…

 ̶  Rolf tiene entrenamiento y no podrá ir – le respondió Lizzie exasperada -. ¡Pero nuevamente eso no importa! Lo que importa aquí es que estás intentando algo con Bonnie…

Nick ni siquiera intentó negar la acusación. Era verdad, estaba decidido a intentar algo con Bonnie si ella se lo permitía. Y ella lo estaba haciendo.

 ̶  Déjala en paz, Nicky. Ella es una chica que simplemente…no es para ti – las palabras de Cassia abrieron una abertura en su mente: era cierto, Bonnie no era nada para él.

Antes de que los pusieran en un trabajo nunca había escuchado de ella, ni se había fijado mucho menos en su persona. Por eso le había parecido tan extraño sentirse atraído por una chica que no conocía a nadie, ni nadie la conocía.

 ̶  Es demasiado cerebro para ti, Nicky – soltó Lizzie con una sonrisa maliciosa y Nick frunció el ceño.

 ̶  ¿Y que si me hace un bien? Si me vuelve una persona más responsable. Incluso estoy empezando a leer un poco por ella… - Cassia negó con la cabeza, horrorizada.

 ̶  ¡Ella no merece salir lastimada! – le gritó furiosa y Nick no comprendió su terror. Ni que él fuera a tratarla mal. Eso no estaba en la lista de cosas que quería hacer con ella.

 ̶  Solo déjala en paz, ¿sí? – aumentó Lizzie intentando calmar a Cassia con la mirada. La chica quería lanzarse sobre su amigo hasta hacerlo entender que solo terminaría lastimando a Bonnie.

 ̶  Prometo no intentarlo – fue su última respuesta poniéndose de pie. Salió del salón sin ganas de cuestionarse a sí mismo por más tiempo. Suficiente por un día.




Las amenazas de Lizzie y Cassia tuvieron el efecto contrario en Nick. A penas estas salieron del salón, salió corriendo para alcanzar a Bonnie. La chica se tambaleó un poco pero él la sostuvo del brazo.

 ̶  Cambio de planes, ¿Vas a hacer algo hoy? - los ojos oscuros de Bonnie se agrandaron de la sorpresa.

 ̶  ¿Qué? - Nick sonrió ante la reacción de Bonnie.

 ̶  Nos vemos después de clases en el patio trasero  - dicho esto le guiñó un ojo; sin saber que realmente parpadeo; y se alejó antes de ella que se negará. Cassia y Lizzie se habían equivocado.

* * *
Nunca era puntual, ni siquiera cuando se trataban de las presentaciones. Esa ocasión es la excepción, Nick se apoyó en la pared de ladrillo dos minutos antes de que sonará el timbre que finalizaba las clases. Nadie pasaría por el patio trasero, ya que todos se amontonaban en la puerta para huir.

Cuando pasaron cinco minutos, Bonnie apareció doblando la esquina que daba al jardín trasero. Tenía las mejillas sonrosadas y el cabello despeinado.

 ̶  La verdad creí que no vendrías - Bonnie alzó las cejas y se acercó hasta donde estaba él.

 ̶  Estuve muy cerca de hacerlo - la timidez que Bonnie reflejaba le daba una seguridad a Nick que nunca había sentido -. Como sea, ¿Cuál es el plan? - una sonrisa apareció en el rostro de Nick.

 ̶  Ven - estiró la mano hacia ella y Bonnie la aceptó con extremo cuidado. En cambio él, a penas sus dedos rozaron los de ella, envolvió su mano. 

Bonnie lo siguió a paso lento, dejándose guiar por Nick hasta el estacionamiento. Una vez ahí caminaron hasta llegar a un carro rojo, no era muy grande pero ostentaba lujo. Nick sacó un llavero de su bolsillo trasero y desactivo la alarma.

 ̶  Tu escoges el destino - los ojos de Bonnie se abrieron de par en par.

 ̶  Mi casa - respondió rápidamente, Nick se quedó helado al considerar que estaba hablando en serio.

 ̶  ¿Vamos un rato a la mía y después de te dejó? - Nick no quería dejarla ir, necesitaba pasar un poco de más tiempo junto a ella. Todas las sensaciones que le mandaba lo hacían sentirse seguro y confiado, algo que hacía mucho o nunca había sentido. 

 ̶ Bien - respondió ella encogiéndose de hombros. Nick le abrió la puerta del asiento copiloto sonriendo.

 ̶  Bien - Bonnie se limitó a soltar una limpia carcajada al entrar al carro.





Para la fortuna de Nick, esa tarde nadie se encontraba en casa. Su padre seguro que habría tenido alguna reunión, su hermana alguna salida de último momento y Cecily probablemente se encontraba en el hospital. Era la hora de visitas.

Nick dirigió a Bonnie hasta su cuarto con una emoción infantil bullendo en su interior. Una vez dentro ordenó todo lo que pudo, lanzando la ropa que había sobre la cama a un cesto vació junto a la puerta.

 ̶  ¿A tus padres no les parecerá mal que esté en tu cuarto sin ellos en casa? - Bonnie apenas podía hablar, se encontraba casi al borde de los nervios.

 ̶  No les importa mucho en verdad - contestó Nick sin darse cuenta de que solo la ponía más nerviosa -. Puedes sentarte ahí si no quieres estar parada - Bonnie observó el asiento de puf que Nick le señaló y sonrió a medias.

 ̶  ¿Para que me has traído, Nick? - la voz de Bonnie sonaba cansada. Nick no encontró la respuesta a ello.

 ̶  Solo quería pasar tiempo contigo, me hace sentir bien - se sinceró y las mejillas de Bonnie se sonrojaron mientras una preciosa sonrisa aparecía en su rostro. Con sus típicos movimientos lentos, Bonnie dejó su mochila sobre el suelo y se sentó sobre el puf con cuidado. Nick sonrió ampliamente y cogió la guitarra acústica que tenía debajo de su cama. Nunca la usaba, solo en ocasiones especiales, siempre prefería la eléctrica. Con Bonnie debía de ser más delicado.

 ̶  ¿Alguna petición para iniciar el concierto privado? - Bonnie río otra vez, achinando los ojos y estirando las mejillas.

 ̶  ¿Un concierto privado? Por favor dime que no vas a cantar - mientras Bonnie se partía nuevamente en carcajadas Nick se fingió ofendido.

 ̶  Aún no me has escuchado.

 ̶  Dame el placer - bromeó Bonnie y Nick colocó los dedos sobre las cuerdas. Acarició la soga que tenía en el cuello, dejando caer una púa sobre su pecho. Bonnie la miró curiosa. Era completamente blanca -. ¿Con esa tocas? - Nick se jaló de la cuerda para que coger la púa.

 ̶  Algunas veces, fue un regalo de mi madre - Bonnie asintió con la cabeza, estirandose desde su asiento para observarla mejor.

 ̶ ¿No te gustaría que le hiciera algún dibujo? - preguntó sin contenerse. Nick estiró el brazo automáticamente, ofreciéndole la púa. Bonnie la cogió tras mirarlo con duda. 

Mientras Bonnie examinaba la púa con curiosidad, Nick empezó a tocar una suave melodía que terminó convirtiéndose en una canción.

* * *

Al día siguiente, Nick encontró una púa sobre su carpeta con un grabado sobre ella. Una pequeña guitarra eléctrica.


* * *

Ni media hora de que ya estaba en casa y el timbre ya estaba sonando una y otra vez. Nick bajó las escaleras en dirección a la puerta principal pero antes de llegar a ella su hermana se interpuso en la puerta de la casa. Estaba vestida con una extraña combinación que no le inspiraba confianza. Algo muy oscuro para ella.

 ̶  ¿Me dejarás estar con ustedes? - preguntó arreglándose el flequillo. Sus ojos delineados lo miraron retándolo.

 ̶  No, Aria. No jodas hoy - le pidió haciéndola a un lado y pasando a la puerta. Escuchó como su hermana soltaba un chillido y desaparecía por la puerta principal. Soltó un suspiro y se preparó mentalmente, si era Bonnie tendrían que estar solos por un rato, si no lo era…

 ̶  ¡Abre la puerta o la tumbo! – la voz de Deborah resonó a través de la puerta y Nick se tragó su decepción.

Algo fastidiado abrió la puerta y se encontró con todos exceptos Bonnie. TODOS. Deborah ya tenía una gran sonrisa en el rostro, del brazo de Gerard y Jonathan a cada lado. Detrás de ellos Lizzie y Cassia miraron a Nick furiosas.

 ̶  ¿Bonnie ya llegó? – preguntó Deborah y Nick negó con la cabeza.

 ̶  Nos dijo que llegaría algo tarde por sus clases – explicó Lizzie y Deborah soltó un exagerado suspiro. ¿Acaso ya había estado tomando? No, no era eso. Deborah simplemente siempre era así.

 ̶  Como sea – fueron las últimas palabras de Deborah para hacer a un lado a Nick y entrar a su casa.

 ̶  Nunca cambia – comentó Gerard y Jonathan asintió con la cabeza, todos entraron detrás de la rubia excepto Cassia que se detuvo para darle un fuerte golpe a Nick en el brazo.

 ̶  ¡Auch! – se quejó el sobándose el brazo.

 ̶  Te dije que te alejarás de ella, demonios. ¿Por qué no me hiciste caso? – le gritó entre susurros para que solo él la escuchará.

 ̶  No le haré daño, ¿okay? No pienso hacerlo.

 ̶  Lo vas a hacer, siempre te aburres de las chicas que te interesan a la semana. No quiero que Bonnie sea una de esas, ella es demasiado... -. Nick la fulminó con la mirada y Cassia se quedó callada. 

Sería una tarde muy larga.

Su suposición fue correcta cuando al entrar a su casa los encontró a todos en la cocina rebuscando en los reposteros. Todos conocían la casa de Nick como la que más comida tenía, y siempre que iban se llevaban algo pidiéndoselo a Nick o a escondidas.

Gerard ya había colocado algo de música mientras Johnatan sacaba un porro. Cassia arrugó la nariz fastidiada y Lizzie torció el rostro en un gesto.

 ̶  Nos vas matar – le dijo a John y este sonrió de lado. Tenía el rostro en forma de gato y cada vez que sonreía era espeluznante. Cassia tosió como reafirmando lo que Lizzie había dicho y Gerard abrió la puerta que daba al jardín.

Mientras los veía, Nick ya se estaba arrepintiendo de haber aceptado la propuesta de Deborah. Bonnie no encajaría entre ellos para nada. Frustrado caminó hasta la parte trasera de la cocina, en donde estaban las despensas. Ahí ya estaba Deborah tomando del pico de una botella de whisky.

 ̶  Hey – se quejó al ver a Nick. Cerró la botella y se limpió la boca con el dorso de la mano -. Vine aquí para encontrar los ingredientes que necesitamos para preparar los brownies – se excusó sin muchas ganas de defenderse, ya que tenía una sonrisa en el rostro. Nick soltó un suspiro y se apoyó en la pared. El lugar era oscuro y alcanzaba a ver a Deborah solo por la tenue luz que ingresaba por las ventanas chiquitas.

 ̶  No sé muy bien qué hacer con Bonnie – le confesó. Deborah era la persona en la que más confiaba después de Gema y Charlie. Y también era la única que lo entendía cuando se ponía tarado.

 ̶  ¿A qué te refieres? – Deborah demostró interés, apoyándose en las repisas y mirando seriamente a Nick.

 ̶  No lo sé. Solo… ¿Qué si confundo las cosas? – la chica negó con la cabeza y rió un poco.

 ̶  Puede suceder. Dale un beso, agarra con él…digo ella – dijo, fastidiándolo como siempre. Nick puso los ojos en blanco y Deborah soltó una carcajada -. Okay, lo siento. Dale un beso, no es tan difícil y no pierdes nada – Nick miró a Deborah y por un momento la vio débil, frágil. Cuando había mencionado lo de perder nada algo se había roto en ella. Y no lo entendía.

 ̶  ¿Por qué terminaste con el chico que salías? – aquello perturbó a la rubia, que agachó la vista y volvió a coger la botella que tenía anteriormente.

 ̶  Nada, solo termino – le respondió secamente, se volteó abrió un par de puertas y sacó lo que ella quería. Nick notó que se había puesto nerviosa. Ella quiso salir pero Nick atrapó su brazo antes de que lo hiciera.

 ̶  ¿Ha pasado algo, Deborah? – le preguntó seriamente, mirando sus ojos verdes.

 ̶  No – le respondió y se liberó de su agarre para salir.

Nick quiso seguirla pero el sonido del timbre lo distrajo. ¡Bonnie!

Salió a la cocina y cruzó hasta la puerta lo más lento que pudo. Cuando abrió la puerta casi resbalo sobre la chica, que retrocedió sorprendida.

 ̶  Cuidado – le dijo riendo y él se avergonzó por estar tan cerca de ella. Deborah tenía razón, solo debía de… - ¿Quiénes están dentro? – le preguntó Bonnie ignorando por completo las intenciones que Nick tenía en ese momento.

 ̶  Cassia, Lizzie… - empezó a decir y Bonnie sonrió ampliamente.

 ̶  Genial – dijo y a Nick no le quedó de otra que hacerla pasar.

Solo tenía que encontrar el momento perfecto para hacerlo.

* * *

Era graciosa la manera en que todos habían terminado comiendo de alguna manera los brownies de Deborah, sin cuestionarse mucho de que estaban hechos. Nick se sintió eufórico cuando lo hizo, y al parecer todos se sintieron igual ya que las cosas se empezaron a salir de control en una guerra de ingredientes bastante absurda. Incluso Cassia y Lizzie disfrutaban del momento, jugando y lanzando cosas al aire como los demás.

Nick sonrió al ver que Bonnie disfrutaba del momento con ellos, lanzando cosas al aire sin tener en cuenta a quien le caería. Haciendo uso de sus reflejos atrapaba las cosas en el aire y se las devolvía a quien le había lanzado. Pronto la cocina estaba llena de harina en el aire y todos la tenían por todas partes: cabeza, brazos, etc.

Por un momento todos descansaron y Deborah sacó todas las botellas que había traído desde las despendas. Nick notó como Bonnie se ponía nerviosa ante la situación y Cassia se colocaba a su lado automáticamente.

 ̶  Propongo un juego – dijo jugando con las botellas, sus ojos verdes tenían un brillo extraño. Sin duda estaba más que fumada.

 ̶  ¿Qué clase juego? – la siguió Johnatan, quitándole con cuidado una de las botellas.

 ̶  Las escondidas – dijo Deborah y soltó una risa infantil. Gerard soltó un suspiro.

 ̶  ¿Qué clase de escondidas? – preguntó y Deborah sonrió aún más, como si fuera posible.

 ̶  Escondernos, si alguien te encuentra tendrás que beber un trago de estos por ser encontrado…e ir al armario con el que te encontró – Cassia abrió los ojos como platos al igual que Lizzie.

 ̶  ¿Eso se aplica aunque te haya encontrado una chica…o bueno un chico? – Bonnie habló y Deborah asintió con la cabeza.

 ̶  ¡Tú buscas primero Nick! – exclamó Deborah haciendo saltar a todos. Johnatan le siguió el juego y salió disparado a esconderse detrás de ella. Gerard miró ‘‘seductoramente’’ a Lizzie y Cassia para que estas le hicieran un gesto de desagrado.

 ̶  Ni lo sueñes, Gerard – dijo Cassia y él soltó una pequeña risa. Igual nunca iba a pasar nada. Nick volteó y los vio a los tres tirados en el sofá de su sala, sin intenciones de esconderse.

 ̶  No jugamos – Nick se encogió de hombros y se sorprendió al no encontrar a Bonnie con ellos.

 ̶  ¿Bonnie? – preguntó y Cassia soltó un suspiro.

 ̶  Mejor será que tú la encuentres – Cassia no quería; ni tampoco Nick; que Johnatan encontrará a la chica.

Reaccionando camino por la cocina hecha un desastre. La harina incluso subía al segundo piso por las escaleras. Conocía algo a Bonnie, y sabía que no se escondería en el segundo piso. Las despensas…

Fue hacia ahí y la encontró apoyada en una de las despensas mirando a través de la ventana. Lucía tranquila e inocente. Al seguir su mirada se encontró con una mariposa azul posada contra la ventana. Ambos observaron cómo se alejaba volando y Bonnie miró a Nick en completo silencio.

¿Y ahora? Fue lo que se preguntó Nick observándola. Deborah se lo había facilitado, no podía arruinarlo…

Se acercó lentamente hasta Bonnie, que como instinto se alejó de él hasta chocar contra las despenas. Las cosas en su interior cayeron y la chica sonrió, con las mejillas coloradas.

 ̶  ¿En serio tenemos que cumplir la regla de Deborah? – Nick no comprendió a que se refería, hasta que cayó en la cuenta de que no estaban dentro de un armario. ¿Desde cuándo Bonnie había perdido la timidez?

Era el momento, no podía echarlo a perder. Con cuidado alzó la mano para acariciar la suave piel de Bonnie, sus mejillas estaban calientes y podía imaginarla toda sonrosada. A través de sus lentes veía sus ojos castaños… Lentamente fue acortando la distancia hasta lo que estaba viendo cambió.

Triana apareció frente a sus ojos. Con su sonrisa burlona y unos ojos tan oscuros como su alma. Incluso podía escuchar su voz melosa, burlándose de la situación y retándolo para que hiciera las cosas bien. Aquello hizo que la soltará inmediatamente, alejándola de él.

No podía hacerlo. No con Bonnie. Bonnie no era la chica para él, incluso podía sentir que ella nunca había dado un beso. No podía estar con una chica así.

Sin decir nada salió de las despensas y pasó corriendo por la sala, en dirección a la puerta. Cuando la abrió aceleró el paso hasta alejarse por completo de su casa, sin ningún lugar de destino.

* * *

Una vez que Aria les dijo que la cocina estaba limpia, Gerard, Lizzie y Cassia regresaron a ella. Desde que Nick había salido corriendo no habían entendido nada, Bonnie no aparecía al igual que Deborah y Johnatan.

 ̶  ¿Has visto a Bonnie? – le preguntó Cassia a Aria, que negó con la cabeza.

 ̶  No he visto a nadie, solo salían unos sonidos raros del cuarto de Nick – dijo y Cassia no lo dudó: Deborah y Johnatan no aparecerían en un rato. Bonnie salió de las despensas con tranquilidad y sin mostrarse perturbada.

 ̶  ¡Bonnie! – exclamó Lizzie acercándose a ella -. ¿Qué paso?

 ̶  Nada – le respondió encogiéndose de hombros – Al parecer la reunión ya término, ¿no? – Gerard le respondió asintiendo con la cabeza.

 ̶  Bonnie tiene razón será mejor que nos vayamos – dijo cogiendo algo de la mesa y guardándoselo en el bolsillo de su polera - ¿Lizzie? – le preguntó y esta asintió.

 ̶  ¿Nos vamos juntas, Bonnie? – le preguntó Cassia y la chica asintió con la cabeza.

Una vez en la puerta Gerard y Lizzie se despidieron de ambas y se alejaron caminando. Cassia los observó en silencio mientras Bonnie no avanzaba ni un centímetro de la puerta.

 ̶  ¿Segura que no pasó nada? – susurró Cassia preocupada por su amiga, la chica sonrió con tristeza y soltó un suspiro.

 ̶  Él trajo a la realidad de vuelta al juego – le respondió volviéndose a encoger de hombros y saliendo a la vereda. Bonnie empezó a caminar y Cassia la alcanzó con un solo pensamiento en mente: destrozar a Nick.

* * *

Seguía corriendo, y no pensaba en detenerse. Tenía la mente en blanco y las piernas cansadas, pero no quería detenerse por nada del mundo. Le dolía evocar la imagen de Triana, le avergonzaba pensar en Bonnie.

Cuando llegó al gran edificio blanco entendió hacia donde se había estado dirigiendo desde que salió de casa: el hospital.

Con el corazón bombeando entró al lugar que conocía tan bien, los pasillos, el olor a medicamentos y limpieza, el color extraño de todas las paredes. Sin pensarlo recorrió un camino que conocía completamente, podría hacerlo con los ojos cerrados y llegaría a la misma habitación de siempre.

«Amanda Miles»

Solo era un cartel con el nombre de su madre, y una especie de cajón para poner los avances del día. Temblando se estiró sobre la ventana y la vio en el interior. Delgada, conectada a maquinas, descansando sobre una cama blanca.

Quiso entrar y arroparse en sus faldas como hacía cuando era pequeño, pero no tenía las fuerzas suficientes para verla tan débil.

 ̶  Joven Miles, este no es el horario de visitas – lo sobresaltó la voz de una enfermera a sus espaldas. Ni siquiera volteó a verla y salió corriendo del lugar, nuevamente.

* * *

Ya era tarde, y hacía frio. Aún así Nick continuaba vagando por las calles. No conocía esa zona y no disponía del dinero suficiente para regresar a casa por lo que solo se había dejado ir por varias horas.

Quería explotar, encontrar a Triana, ver a su mamá… Pero no tenía cabeza para pensar en tantas cosas a la vez.

Todo lo que había comido y tomado en su casa le estaba haciendo pasar un mal momento, ni que decir de las ganas de vomitar que bullían en su interior.

Finalmente decidió entrar a una discoteca. En él la música rebotaba en las paredes y el olor a licor era latente. Un poco de humo de cigarrillo le cayó en la cara al entrar pero él no le hizo gran caso.

Se dejó caer en una mesa y observó el lugar con los ojos llorosos. Estaba tan cansado de huir pero sentía que ya no le quedaba de otra. Siempre iba a terminar huyendo.

En medio de la pista de baile una chica rubia lo miró sin dejar de moverse al compás de la música. Nick la reconoció, era Sophia, una de las amigas de Mary Elizabeth.

Ella se le acercó lentamente, como salida del humo y Nick se sintió por un momento encantando por la belleza de ella. Lucía como una ninfa con las facciones delicadas, los ojos azules parpadeantes y el cabello rubio como el sol. Nada que ver con el dorado oscuro de Deborah, ese rubio era precioso. Sintió ganas de estirar su mano y acariciar su piel que parecía de porcelana…

 ̶  Hola – Nick empezó a sonreír lentamente.

 ̶  Hola –  respondió.

lunes, 18 de mayo de 2015

Raro


Cuando tu estabas aquí antes 
No pude mirarte a los ojos 
Eres como un ángel 
Tu piel me hace llorar 
Flotas como una pluma 
En un mundo hermoso 

Desearía ser especial 
Tu eres tan especial 
Pero soy extraño, 
soy raro 
¿Qué demonios hago aquí? 
Yo no pertenezco aquí 

No me importa si duele 
yo quiero tener el control 
quiero un cuerpo perfecto 
quiero un alma perfecta 
quiero que te des cuenta, 
cuando yo no este por aquí 
Eres tan especial, 
desearía ser especial.

Ella corre de nuevo 
ella sale corriendo 
ella corre, corre, corre, corre 
corre. 

Cualquier cosa que te haga feliz 
Cualquier cosa que desees 

Eres tan especial 
Desearia ser especial 
Pero soy extraño 
Soy raro 
¿Que demonios hago aquí? 
Yo no pertenezco aquí. 
Yo no pertenezco aquí.

- Creep Radiohead
W. Violines Falsos 1x03



Wings. Violines Falsos 1x03

3. Gema


Al fin había llegado la noche y no iba a poder descansar aún. ¿Por qué su vida tenía que ser tan atareada?, se preguntó mientras se cepillaba los dientes frente al espejo. Tenía unas pequeñas manchas oscuras bajo los ojos. Nada que el maquillaje no pudiera arreglar, se contestó a sí misma.

En unos días era la importante presentación que estaba esperando. De hecho hasta la más mínima presentación que tenía era importante para ella. La música,  su vida y su todo. Hacía un buen tiempo que tenía una banda, un pequeño grupo de amantes de la música y algo dementes también. La perfecta combinación. Con ellos pasaba casi todos los días y ya eran como una familia. Compartían el amor por la música y un talento que fusionado daba un buen resultado.

Se sonrió en el espejo para tranquilizarse a sí misma. Al salir del baño de su cuarto se lanzó sobre la cama con la intención de descansar al menos unos minutos. Dejó el móvil debajo de la almohada para que nadie la fastidie, quería un momento de paz antes de irse nuevamente de su casa.

Dispuesta a que el sueño se la llevara, cayó en los brazos del descanso. Sin embargo apenas hubo conseguido un poco de paz interior una voz aguda entró en su habitación.

— ¡¿Gema dónde está mi polera roja?! – la delgada silueta de su hermana se proyectó como sombra en la pared junto a la puerta de su cuarto. La chica ingresó a su habitación y prendió la luz imponiéndose al frente de su hermana. Gema escondió el rostro en su almohada, evitando la luz blanca de su cuarto. Lentamente levantó la cabeza abriendo los ojos poco a poco hasta acostumbrarse al brillo.

Su hermana continuaba en la puerta, mirándola ceñuda. Físicamente eran casi iguales, aunque las facciones de Anna fueran más duras y su contextura mucho más delgada. Sus ojos eran achinados y delineados, con los ojos claros parecían ojos de gato. Tenían una pisca de maldad natural y su sonrisa divertida nunca desaparecía.

Dio un salto y cayó sobre la cama de su hermana, haciendo que Gema rebotará y resbalará. Aquello provocó una risa sofocada de la chica.

— No tengo ni puta idea – respondió Gema malhumorada y su hermana no dejó de sonreír.

— Entonces me pondré cualquier cosa para ir al Keyfra contigo – su hermana menor se encogió de hombros y bajo al suelo con un brinco. Gema se sorprendió al ver la rapidez con la que llegó a la puerta.

— ¡No! – gritó, reaccionando ante lo que había dicho su hermana -. Ni sueñes que irás conmigo al Keyfra – conociendo muy bien a su hermana se puso de pie y dejando a un lado la idea de descansar se empezó a alistar. No iba a poder dormir ni estar en paz hasta que estuviera lejos de Anna.

— Oh, sí que puedo ir – era sorprendente lo jodida que podía llegar a ser. El Keyfra era como su ‘‘lugar sagrado’’. Un pedazo donde todo era neutro y las presiones no la seguían.

El Keyfra era un café/bar en el que siempre pasaba el tiempo cuando se le presentaba la oportunidad. La mayoría de los chicos del instituto iban a ese lugar como punto de encuentro, simplemente para disfrutar de un buen momento. Hacía poco que habían conseguido; gracias a Nick; que el dueño les dejará tocar. Y todo porque los había escuchado en el concurso anual de talento que el instituto hacía.

Aun así solo les había dado una noche cada semana. No una gran oportunidad pero valía. A parte les servía como ensayo a la audición que se les había presentado.

— No vas a ir Anna. Y no me jodas – le dijo seriamente guardando algunas cosas en su bolso y cogiendo su guitarra. No llevaba puesto nada más que una chompa turquesa que le quedaba algo grande y unos pantalones blancos. Camino sin zapatos hacia su armario y cogió las zapatillas más cercanas. Unas negras con pasadores blancos.

— Gema… - Anna utilizó su tono amenazador, aquel que siempre funcionaba. Pero su hermana la miró furiosa y negó con la cabeza.

— Hoy no funcionará – respondió y salió por la puerta de su cuarto, bajando las escaleras con rapidez.

Vivía en una casa grande de 3 pisos. Era muy antigua pero se mantenía, con pasadizos secretos que ella conocía al completo. Como aquel armario falso que había en su cuarto, que en realidad era una puerta que la llevaba hacia otra habitación pequeña a través de un largo pasadizo oscuro. Adoraba vivir en un lugar así.

Sin embargo su familia tenía mucho dinero. Nunca le pareció fastidioso el dinero, pero de hecho que le encantaba tenerlo por montones. La sala de estar parecía más un salón de baile amplio con la iluminación perfecta y cálida. Se sentó un momento en el sillón más cercano y se empezó a atar los pasadores.

Desde su posición se veía el interior de la casa. Su cocina enorme, el jardín interior, el comedor… su madre de pronto se asomó desde la cocina.

Era una mujer alta y esbelta, con las facciones cansadas y algunas canas en el pelo. Se podía ver que estaba cansada, por su postura y posición en el espacio. Pero también se podía atisbar una juventud maravillosa en el café de sus ojos.

— ¿A dónde vas? ¿Gema? – le preguntó. Aquella mujer había sido hermosa, incluso más que su hija. Se podía ver en los trazos de su rostro.

— Tengo una presentación en el Keyfra – explicó sin saber muy bien que decir.

— ¿Por qué no lo mencionaste antes? Tu padre y yo vamos a salir esta noche y tienes que cuidar de tus hermanos… - la regaño acercándose paso a paso con los brazos cruzados. Gema retrocedió un poco más hacia la puerta y palpo los bolsillos de su pantalón discretamente, con la vaga esperanza de que sus llaves estuvieran ahí. No estaban. ¿Dónde estaban cuando más las necesitaba? Miro a todos lados mientras su madre continuaba hablando.

Miro la sala. La mesilla, los estantes. No estaban por ningún lado. Miro al suelo disimuladamente y las llaves brillaron al lado de sus pies. Se le habían caído en medio de su intento de salir apurada.

En una rápida maniobra abrió la puerta, cogió su guitara y pateo las llaves afuera. Salió con rapidez.

— Tal vez vuelva tarde… ¡Te amo mamá! – gritó después de recoger las llaves del suelo y salir corriendo por la puerta.

— ¡Gema! – escuchó el grito de su madre y se alejó corriendo a toda velocidad por las calles,  con su guitarra golpeando su espalda y el bolso colgando de su hombro.

* * *

El público que ya había en el Keyfra era suficiente como para empezar una presentación. El dueño ya los tenía en la mira y si no empezaban a tocar perderían ese día. Era un hombre algo viejo, tacaño y gruñón. Con ya varias canas en la cabeza, el ceño fruncido que siempre mostraba arrugaba su rostro aún más. Los años lo habían vuelto renegón y protegía su único ingreso con su vida: el Keyfra. Cuando veía una oportunidad de ganar dinero no la perdía, y aun tenía la esperanza en esa joven banda.

Nick vio a Gema cruzar la puerta principal del local y brinco para correr hacia ella con la agilidad de un corredor de carreras.

— ¡Estás aquí! – grito como si no fuera obvio y le dio un abrazo sin razón alguna. Gema lo aceptó sin chistar. Nick tenía algo con ella, sin estar precisamente enamorado de ella. Para nada. Solo le expresaba una preferencia sobre sus demás amigos -. ¿¡Porque cojones te demoraste tanto?! – su expresión de ternura cambió drásticamente por una furiosa. 

— Nada en especial – respondió ella sin hacerse bolas y encogiendose de hombros, no iba a decirle que se había quedado dormida y si Anna no la hubiera despertado no habría llegado a tiempo. Paso al lado de su amigo y camino entre las mesas hacia el escenario.

— ¡Gema! – le gritó una voz chillona a sus espaldas. Volteó y se encontró con Karol sonriéndole ampliamente desde una mesa, con Michael y… ¿Quién era él? Le tomó unos segundos reconocer que aquel era el nuevo. Saludo a su amiga con una sonrisa y quiso acercarse pero Nick la agarró del brazo.

— Vamos – ella asintió con la cabeza. Caminaron hasta el escenario en donde ya todos los demás estaban colocados en sus lugares.

Ángel dándole unos últimos toques a su guitarra, LeBron tocando una melodía suave con el bajo y Charlie tocando en el aire con sus baquetas. Al verla todos abrieron los ojos y quisieron decir algo pero Gema los detuvo alzando la mano.

— Luego de la presentación, ¿sí? – les pidió abriendo el cierre del estuche de su guitarra. Todos rodaron los ojos y aceptaron. Nunca lo admitirían pero no le negarían nada a Gema.

Aquella chica era como si ejerciera sobre la voluntad de los demás sin desearlo, era un encanto natural que emanaba de su piel y atrapaba a cualquiera que estuviera cerca.

— Entonces escucharán nuestros berrinches hasta aburrirte – LeBron dejó su guitarra del lado, acercándose hacia ella con una gran sonrisa. Ambos eran mejores amigos, si se podía decir, y no se ocultaban nada. Aunque a Gema le gustaba ignorar el hecho de que él probablemente estuviera algo enamorado de ella.

No estaba mal en sí. Pero simplemente no le nacía estar enamorada o si quiera atraída hacia él. Alto y delgado, con la contextura más delgada del instituto. Abrazarlo le provocaba algo de terror ya que parecía que se rompería entre sus brazos. Era un año mayor y aun así no mostraba ser más maduro físicamente que sus menores. Tenía el cabello medio rapado a los lados y corto, de un rubio oscuro. Lo único que hacía que las chicas estuvieran detrás de él eran sus ojos verdes, aunque tal vez los tuviera muy hundidos y las mejillas algo chupadas. Gema nunca lo había encontrado atractivo.

— Ya veremos – respondió sacando su guitarra, colocándosela y tirándose el cabello hacia un lado. Era el momento. Con una sonrisa les dio la señal a todos y miró por encima del escenario el lugar.

El ‘‘público’’ empezó a aplaudir mientras alguien los presentaba desde algún lugar del local. El chico dejó el micrófono y el de Gema dio un pitido, indicando que ya estaba prendido. Se sentó en el banquito que siempre había para ella y tomó una bocanada de aire.

— ¿Hola? – fue lo único que se le ocurrió decir. Ya había tenido presentaciones antes, pero nunca sabía cómo empezar. Aun no se acostumbraba a tantos ojos sobre ella, atentos hacía su próximo movimiento. La luz de los reflectores la empezaba a incomodar y tuvo que mirar al frente. El Keyfra no era tan grande pero la gente hacía que lo pareciera -, ya nos conocen aunque no tengamos un nombre…

En el público Karol rio escandalosamente como si aquello hubiera sido lo más gracioso que había escuchado en su vida.  Gema agradeció interiormente el apoyo que su amiga le estaba dando.

— Eso no importa, aquí vamos – volteó a mirar a Charlie para darle la señal de que empezara.

Él empezó a tocar; como siempre tan entusiasta y viviéndola; y todos los demás lo siguieron.

Era Creep de Radiohead. Gema se dejó llevar por las notas y en el momento que debía empezó a cantar. La melodía salió de sus labios con perfección sin que siquiera se lo propusiera, solo dejaba que sucediera. Conocía muy bien esa canción y siempre le había gustado la historia que su letra contaba. Su acompañamiento era bueno, realmente bueno. Sus amigos se estaban luciendo. Cada uno por su lado.

Mientras los demás tocaba, ella los ayudaba un poco con su guitarra. Su voz era maravillosa, sí, pero le nacía más tocar que cantar. Estar en el fondo de escena y ser una ayuda en la fusión de sonidos que se formaban de una canción le parecía más espectacular que ser el centro de ella.

Dejó de pensar en el público de su alrededor y todo desapareció lentamente. Su vista se ponía como que borrosa y sentía como si su cuerpo perdiera peso. Ligera en el aire.  Por un momento todo era distinto y sus temores desaparecían. Se sentía…invencible. Dispuesta a agarrar al mundo entre sus manos y volverlo cenizas para conseguir todo lo que deseaba.

Su voz resonó en todo el lugar, perfecta y mágica. Escucharla era un deleite. Nunca se podía explicar esa sensación. Pero cuando Gema cantaba, no importaba si la canción era una completa mierda. Era…mágico. Como si pudieras hacer lo que ella quisiera en ese instante.

Karol desde su mesa hizo que todos se pusieran de pie y aplaudieran con ella. Aun así ella era la única con esa alegría innata que poseía, mientras los demás aplaudían como maquinados por algo. Pronto los demás presentes hicieron lo mismo y Gema se llenó de energía al verlos.

El solo de guitarra llegó y Ángel empezó a tocar como siempre. Era su momento y todos lo respetaban. Aumentó la sensación entre el público, que observaba a la banda en silencio. Sin embargo ninguno de los integrantes se daba cuenta del impacto que estaban teniendo, solo seguían tocando como siempre.

La canción llegó a su mejor momento cuando la voz de Gema alcanzó las notas más altas sin mostrar dificultad, como si estuviera dándole un mordisco a una dona y lo disfrutará. El final se acercaba y con ello el encanto terminaba, Gema se sentía caer con lentitud.

Con suavidad la melodía se fue apagando y con un último sonido la canción se dio por terminada.  El público estalló en aplausos y Gema se sonrojó un poco, sonriendo y mostrando los hoyitos que tenía en las mejillas. Había cantado como siempre, no notaba ninguna diferencia.

— Asombroso – Nick fue el primero en acercarse de todos. 

— Jodidamente genial – terminó LeBron detrás de ella, envolvió con sus brazos la cintura de Gema y le dio un abrazo inesperado.  Charlie y Ángel se acercaron asintiendo con la cabeza.

— En serio Gema, aquello fue la gloria – Gema estaba más que avergonzada. No podía creer lo que le estaban diciendo.

— Debemos de presentar esta en la audición. Estuvimos fenomenales, joder. Mira el público – impuso Ángel con su voz suave, como siempre. Todos asintieron en aprobación. Aquella era la canción que debía de llevarlos al éxito.

— Está dicho – concluyó Charlie y los cinco después de mirarse orgulloso miraron al público. Nunca habían logrado tanto en una sola noche.

Se decía cosas muy buenas de su banda, pero también había detractores potentes que estaban dispuestos a destruirlos a toda costa. Incluso el dueño sonreía satisfactoriamente desde su mesa. Cerca al mini bar que había.

Karol utilizó sus dedos para lanzar un silbido y a su lado Michael aplaudió con más fuerza. Ninguno encontraba una mejor manera de retirarse del escenario.

— ¿Otra canción? – se atrevió a decir Gema llevada por la euforia a través del través del micrófono. El público asintió con la cabeza y lanzó un grito en respuesta. ¿Era su impresión o el local se había llenado? Sonrió divertida y volteó para mirar a la banda -. Ya escucharon.

Ni siquiera respondieron. Solo se colocaron en sus lugares y se miraron entre todos. Gema sabía con que debían de seguir por lo que se acercó a cada uno y les susurró una canción en el oído.

Todos aceptaron dudosos, a Gema nunca le había salido bien esa canción pero ella lucía muy segura por lo que aceptaron y confiaron en su amiga. Su confianza había emergido de la oscuridad y estaba que bullía por explotar. Por lo que asintió, haciéndoles saber que estaba preparada.

Nick empezó con la guitarra y Gema entró a los segundos. Girl With One Eye de The Florence + The Machine fluyó de sus labios con la misma facilidad que Creep y en menos de lo que pensó ya tenía nuevamente al público entre sus manos.

* * *

Después de tocar por una hora sin descanso, todos bajaron del escenario en medio de ovaciones. Fue una noche que hicieron suya por completo. El momento en que por fin su banda se lució.

La euforia que el público les profesaba hizo que tuvieran que cambiar de rumbo y regresar a los camerinos con increíbles sonrisas en los rostros. Nunca habían conseguido ni una pisca de ello y estaban gratamente sorprendidos.

— Juro que podría besarte ahora mismo – LeBron agarró a Gema de los hombros, sin perder la gran sonrisa. Ella sonrió incómodamente y negó con la cabeza.

— Ninguno debería de agradecerme a mí. Fue increíble por todos, un puto trabajo en equipo ¿okay? Así que no me alaben a mí, sino a ustedes mismos – ninguno le hizo caso, rodó los ojos -. Bésense entre ustedes en todo caso – aclaró empujando divertidamente a LeBron para entrar en el camerino y buscar su estuche de guitarra. Nick negó con la cabeza exageradamente.

— ¡Ni cagando los besaría! – dijo haciendo una mueca extraña para luego partirse de risas.

— Mary Elizabeth viene de camino, no los necesito – fue la respuesta de Charlie y todos lo miraron como si fuera un competo imbécil.

— Eso no interesa, Charlie – le soltó Gema y este se encogió de hombros -. Como sea, mañana ensayamos. Si a alguno se le ocurre faltar los castro. ¿En el estudio? – le preguntó a Nick, ya que este poseía un estudio que siempre utilizaban. El chico asintió.

— No falten, ¿eh? – la apoyó LeBron poniéndose serio.

— Creep debe de salir perfecta – Ángel lucía más emocionado de lo normal, y era extraño. Él de por sí deliraba de emoción por cada cosa pequeña en la vida, como tener una buena noticia o sacar una mala nota. El entusiasmo entre ellos.

Gema le sonrió y sin contenerse lo abrazó con fuerza, compartiendo por primera vez su emoción extremista. Los demás vieron la situación divertida y se acoplaron al abrazo.

— Aléjense, esto ya se tornó estúpidamente cursi y vomitare – se quejó Gema entre ellos intentando débilmente alejarlos. Pero todos tenían más fuerza que ella por lo que tuvo que esperar que uno por uno se separaran hasta que quedará libre y los mirará furiosa.

— ¡En el estudio mañana! – medio gritó Nick llenó de emoción.

— Si, solo no seas tan cabro – pidió LeBron y Nick lo miró furioso -. Les vamos a dar por el culo a las demás bandas y ganaremos aquella audición – agregó y todos asintieron convencidos de que lo podían lograr.

— Ustedes encárguense de darles por el culo, yo solo cantaré – dijo Gema sin dejar de sonreír y fue hasta la puerta -, ¡Nos vemos mañana! – les dijo a medida de despedida y salió de la parte trasera del escenario.

En cuánto Karol la vio dio un brinco desde su asiento hasta ella para darle un gran abrazo. Hablaba tan rápido que parecía delirante, a duras penas pudo entender algunas palabras de las que su amiga botaba. Estaba más que eufórica y aquello la hacía feliz. Karol poco a poco se recuperaba y volvía a ser la misma.

Y en eso tenía mucho que ver Michael, que desde la extraña desaparición de Karol se habían vuelto tan unidos. Donde estaba Karol aparecía Michael a su lado, con la preocupación en el rostro.

Sin preguntar Karol envolvió sus delgados dedos en su muñeca y la arrastró hasta la mesa en la que estaba.

— Bien hecho, frentona – la felicitó Michael dándole una palmada en la frente. Gema lo miró con los ojos entrecerrados. Era verdad que su frente no era tan pequeña, pero no era para tanto.

— No jodas – se quejó Karol dándole un golpe en el hombro para reír como una niña pequeña. Ambos se miraron por un fragmento de segundos, pero Karol regresó a la realidad y tomó asiento con Gema  frente a Michael y Rolf. Rolf, que hasta ese momento había pasado desapercibido para los ojos oscuros de Gema -. Tenemos que ir a celebrar esto. Tú elige el lugar y yo me encargó de los gastos – ofreció Karol con una inmensa sonrisa. Gema se planteó la propuesta.

Rolf miraba a Gema con infinito cuidado. Aunque lucía aburrido, estaba más que maravillado con aquella chica de cabellos oscuros y piel blanca. Le fascinaba admirar sus facciones. La curva perfecta de su nariz, los hoyos que se formaban en sus mejillas y el brillo de sus ojos oscuros. Era como si al verla el tiempo se volviera más lento. No entendía que le sucedía con ella, solo tenía que averiguarlo.

Deseaba tanto que algunas de sus palabras estuvieran dedicadas hacia él. Después de todo, el punto de que Michael lo llevará hasta ahí era ese ¿no? Escuchar su melodiosa voz referirse a él.

Gema, joder. Gema.

Cuando la vio por primera vez apenas pudo contemplarla porque estaba a lo lejos, y no llamó su atención. Luego al verla pasar cerca de él por los pasillos las cosas cambiaron. Supo que tenía que conocerla. Y entablar con ella más que una mera amistad. Ella era como una diosa andando, flotando en el espacio para ser contemplada por los seres humanos. Era imposible no desearla. Su timidez era lo único que le jugaba en contra. Su único y peor enemigo.

Se animó a decir algo pero su voz fue opacada por la de un mesero que se había acercado a la mesa.

— Que buena la que se montaron, Gema tu voz es impresionante – Rolf giró la cabeza para encontrarse con Karl, mierda. Entrenaban juntos y lo conocía de años, él llevaba trabajando en el Keyfra desde hacía algunos meses. ¿Y ya conocía a Gema?

— A ver si convences a tu padre para que nos deje presentarnos más seguido – Gema había ignorado el cumplido con un sonrojo, discreta. 

— Si prometes que será como lo de hoy me jugaré el trabajo para que lo hagan – Karol miraba al chico algo incomoda, al igual que Michael. Rolf lucía a punto de golpearlo por arruinar el momento por el que tanto se había armado de valor –. Como sea, saluda a los chicos de mi parte – dejó el pedido de Karol frente a ella –. Nos vemos Rolf - se despidió por último de él antes de irse a otra mesa.

Gema fijó su mirada en él y abrió los labios para decir algo, pero Karol la interrumpió. Rolf cerró los ojos de frustración. ¿Justo ahora todos le jugaban en contra?

Tiempo perdido, juego acabado.

— ¿Qué dices de salir con nosotros?

— No lo creo, Karol. Tengo que regresar rápido a casa. Para otra será – respondió encogiéndose de hombros -. Pero eso no quiere decir que debas de perder esta oportunidad. Salgan a algún lugar. ¿No todos hoy iban a estar en donde siempre? – comentó y Karol asintió desganada. Michael miró a Rolf y supo que tenía que salvar la situación por su amigo.

— No demoramos tanto, ¿solo una pizza? – sugirió.

— Tengo que regresar a casa antes de que me veten de ella. Lo siento chicos – parecía sincera. Karol se resignó.

— Pero dejamos esta para otra, ¿sí? – Gema asintió con la cabeza, sin dudarlo. No había nada que le pudiera negar a su amiga.

— Para otra – respondió y se acercó a Karol para darle un abrazo -. Cuídate – le pidió más que decirle y se despidió de Michael con la mano. Olvidándose nuevamente de Rolf.

Luego su figura desapareció por la parte trasera del escenario nuevamente. Sabía decisión en verdad, considerando la atención que tendría por la entrada principal.

* * *

Después de estar luchando varios minutos contra el metal oxidado de la puerta, Gema logró abrirla y salir al callejón oscuro al que daba esa zona. Agotada sacudió su bolso por el polvo que le había caído y amarró su cabello en una especie de moño improvisado.

La puerta se cerró con un sonido muerto y Gema se encontró en la oscuridad de un callejón. ¿Desde cuándo no usaban esa puerta? Hacer eso la había hecho perder mucho tiempo, y era lo que menos necesitaba. Bajo las escaleras que había de la puerta al suelo y enfocó la vista para distinguir el final del callejón.

Se veía a lo lejos la calle llena de luces y gente transitando por ella. Nerviosa caminó con rapidez, ya se estaba arrepintiendo de haber tomado ese camino. Igual ya no importaba, solo tenía que llegar al final. Ya no falta mucho para llegar a la vereda…

Un brazo salió de la oscuridad y la jalo, arrastrándola contra la pared. Era una mano grande, que le tapó la boca para que no lanzará un chillido. Asustada sintió como la apretaba contra la pared, inmovilizando su brazo debajo de su cuerpo.  Sintió una respiración cálida encima de su rostro. Un hombre sin duda, de espalda ancha y brazos fuertes. Sin dejarse llevar por el pánico controló su pulso y pensó con claridad.

Con dificultad y dolor liberó el brazo que tenía detrás de la espalda sin que su atacante no se diera cuenta. Sacó lo más duro que encontró en el interior de su bolso y dejándose llevar por la adrenalina le atestó un golpe con fuerza a su atacante en la espalda y cabeza. Él se agacho y esquivo el segundo el golpe, ella aprovechó la distracción de él y se alejó lo más rápido que pudo.

— Hey – dijo él saliendo a la luz detrás de ella. Estuvo a punto de gritar pero vio su figura, la sonrisa divertida en el rostro.

— ¡Miller! – gritó furiosa. Ahora podía verlo con total claridad, ya que emergió por completo de las sombras. El cabello claro, los ojos azules brillando en el rostro. La furia en su interior se acumuló y le propinó una buena cachetada -. ¡Deja de acosarme! – gritó.

Él llevó su mano hacia su rostro y acaricio su mejilla sin perder la sonrisa burlona.

— Yo estaba aquí solo de pasada, lo juro – alzó los brazos como gesto de inocencia.

— ¿En un callejón? ¿En medio de la oscuridad? – respondió Gema con ironía -. ¿Para atacarme y pasarte de gracioso? Me has dado un susto de puta madre, Miller.

— Comprobar si te defendías, y que bien lo haces – Gema no aguanto mirarlo más y apartó su vista de él indignada. Miller solo se encogió de hombros.

— ¿Qué quieres? – preguntó cansada.

— Te acompaño a tu casa. Ya es tarde y sabes muy bien que esta zona no es segura – la respuesta de Gema se materializo en su rostro.

— Me vale madres lo segura que sea. Puedo irme por mi misma y cuidarme también – señaló el moretón que se podía ver en el cuello, al inicio de la camiseta y la mancha roja en su rostro. Sin esperar una respuesta se dio la vuelta y empezó a caminar entre la gente.

Estuvo tranquila por un momento, sin saber que él estaba detrás de suyo. Volteó y vio que la seguía. Soltó un bufido exasperado.

— En serio. Demonios, déjame en paz – medio le grito entre la gente, acelerando el paso. Pero él la siguió como si fuera un juego. Nunca había sido rápida y menos en ese momento.

— Vamos por la misma ruta, va a ser lo mismo – dijo él conteniendo una risa. Gema tuvo que admitir que ya había dejado de sentirse molesta.

— Cada uno irá por su lado en ese caso – sentenció defendiéndose para cruzar la calle.

— Entonces déjame decirte que cantaste grandioso hoy – Gema se quedó quieta de pronto. No lo había visto en el público, lo hubiera reconocido. Sin desearlo se fijó en él.

— Gracias – respondió sin dejar de mirarlo. ¿Por qué se detenía de pronto?

— Esa canción me hace pensar mucho en ti, ¿Sabes? Creep. Sería más fácil cantártela que explicar lo que sucedió en el verano – aquello dejó más muda a Gema. Esa canción, su letra… -. Eres jodidamente especial – le susurró Miller como despedida y cuando volteó ya no estaba más a su lado.

Era verdad. Explicar el verano en una canción era más fácil que intentar entenderlo. Y también que alejarse de Miller por todos los medios después de que había sido tan cercano a ella.

Cruzó la pista y caminó sin ninguna molestia siguiéndole los pasos.

* * *

Aún sentía las palabras de Miller cuando llegó a casa. Había entrado silenciosamente por si su madre estaba cerca. Tenía la esperanza de que sus padres hubieran salido y que su no presencia no les haya arruinado los planes.

Su esperanza se desvaneció cuando al entrar a su habitación vio a su madre esperándola con su bata y una taza caliente entre sus manos. No lucía nada contenta.

— Ni siquiera intentes explicarte, ¿entendido? Solo háblanos de tus plantes antes, para no crear nuevos que terminen en un basurero – sin decir más salió del cuarto de su hija.

Gema se sintió culpable y comprendió la molestia de su madre. Casi nunca podía avisarles. Y eso era porque casi todo el tiempo se la pasaban en el trabajo. En especial su padre.

En el Keyfra había perdido la noción del tiempo, entre canción y canción había olvidado mirar el reloj.  Pese a sentirse molesta consigo misma por lo de sus padres, aun en su cuerpo corría la energía y la adrenalina de ese día.

Se tumbó boca arriba en su cama, mirando el techo. Este estaba decorado por unas estrellas pegadas que cuando recién las compraron brillaban en la oscuridad. El efecto se había perdido 14 años atrás.

Recordaba el último día que brillaron, tan pequeña y a penas consciente de lo que pasaba. Ellas eran su único punto de distracción en la noche y la hacían sentirse tan libre.

Por un momento sintió la voz de Miller cerca de su oído nuevamente. Solo por un momento…que inmediatamente desapareció de su mente. Exasperada salto de su cama y busco su laptop para distraerse. Intentando ignorar lo que había pasado.

Tuvo que buscar por varios minutos su laptop  ya que en el verano había estado fuera todo el tiempo y ni tiempo de utilizarla había tenido. Ni siquiera recordaba cuando era la última vez que la había utilizado. La encontró dentro de su armario, debajo de un montón de ropa.

Se sentó en su cama y la prendió. Mierda, batería baja. Ni quería pensar en buscar el cargador en medio de ese desastre de cosas esparcidas por todos lados.

Como si un deseo hubiera pedido o por obra del jodido destino, entró Anna a su cuarto. Tenía una caja llena de cosas.

— Aleluya, tú en casa – la miró de arriba abajo minuciosamente, como si buscará alguna evidencia de la que pudiera acusarla -. He estado limpiando mi cuarto…y encontré muchas de tus porquerías – le dijo dejando la caja frente a ella.

Se fue sin decir más, parecía más cansada de lo normal. Sin pensar más en su hermana Gema cogió la caja entre sus manos y la puso entre sus piernas. Había unas cuantas prendas de vestir, un libro antiguo y muchas revistas. Pero lo mejor de todo: el cargador de su laptop. Tiro la caja debajo de su cama y conecto el cable.

…Gerard.

Fue lo primero que vio cuando la introducción terminó y la pantalla se ilumino encendiendo su laptop. Gerard y ella en su fondo de pantalla. Mientras el internet cargaba observo la foto.

Amaba esa foto, y aun le seguía gustando. Karol se las había tomado sin avisar, mientras ambos conversaban.

Gerard la cogía de la cintura, atrayéndola su cuerpo delicadamente hacia él. Él estaba completamente desarreglado mientras ella lucía una falda tubo negra y una blusa rosa con puntos blancos. La incomoda vestimenta que había tenido que utilizar para la presentación de inglés. Solo le había gustado usar los tacos ya que la hacían verse un poco más alta que Gerard.

Los ojos oscuros de él brillaban y su sonrisa era la de siempre, como un cachorro perdido. La miraba perdido en ella. Mientras que Gema lucía ajena, con la mirada en otro lado pero sonriendo. La secuencia de fotos seguía en orden. Con ella volteando la cabeza hacía él y ambos mirándose fijamente con los rostro muy cerca. Él dándole un beso en la mejilla y por ultimo ambos viendo a la cámara avergonzados.

Gerard y Gema. La foto era de 1 año atrás, cuando seguían en la secundaria con Karol y algunos más. 

Era increíble que ya fueran 2 años desde que lo conoció y con el tiempo algo surgió entre ambos. Él no se había dado por vencido por más que ella puso todo tan complicado. Hasta que la hizo y empezaron una larga relación.

El hámster que él le regalo descansaba en su jaula tranquilamente, ajeno a todo. Verlo le recordaba tanto a él y como lo había dejado. Su corazón se encogió y por un momento sus ojos se nublaron, pero parpadeo varias veces y la sensación desapareció dejando un vació en su lugar.

Hacia no mucho de eso. ¿Un mes? Menos. Le dolía el hecho de que todo acabó porque dejo de sentirse igual con él. Mientras que él parecía que nunca podría dejar de quererla. Precisamente fue por ello que termino con él. Porque no podía corresponder al amor que él le estaba dando. Era demasiado para ella.

Negó con la cabeza y abrió la configuración para cambiar la foto. Colocó una predeterminada que le gustó y abrió el navegador sin ganas de seguir pensando en Gerard.

Todo el verano sin una laptop. Solo con un IPod que la comunicaba con el mundo cuando no estaba con los que más hablaba.

Abrió su perfil social sin saber a qué entrar y soltó un suspiro de aburrimiento. Tenía un largo mensaje de Karol hablando de Jonathan. Como siempre. Lo respondió y quiso cerrar su cuenta pero le llegó un nuevo mensaje.

Era una cuenta que no tenía agregada.

‘‘Hola, soy Rolf. No nos conocemos pero soy nuevo en el instituto al que vas. Michael me dijo que nos presentaría pero quiero conocerte. Y bueno…soy Rolf’’

Gema leyó el mensaje y contuvo una risa por no ser cruel. Recordaba vagamente al nuevo, sin embargo no le atraía. En ese momento lo menos que necesitaba era estar fijándose en cualquier chico que se le cursará.

Un poco cansada respondió y se pasó las horas siguientes hablando con él. Compartían más de una cosa y era entretenido.

Cuando el sueño amenazó con llevársela sobre su laptop se despidió. Sin más se recostó en su cama dejándose vencer por el cansancio. Sin percatarse que un mensaje nuevo brillaba en la pantalla.

‘‘Creo que dejaré a Edgar. Hay algo que debo de hablar contigo’’

Era de Deborah. Con el tiempo la pantalla se apagó y Gema no lo vio.

* * *

Desayunar, ducharse, cambiarse y salir de casa. La rutina de siempre.

En cuanto Gema despertó solo tenía una cosa en mente: el encuentro planeando con Catalina.

Antes de tiempo y con ánimo renovado Gema llegó al Keyfra y tomó asiento en una de las mesas que había junto a la ventana. Era sus favoritas porque tenían una vista increíble al parque del frente.

Nadie que la conocía estaba cerca ya que era temprano y ningún estudiante del instituto tenía la política de empezar el día o ir al Keyfra a esas horas. Amaba esos pequeños momentos en los que podía descansar sola, con ella misma.

El repiqueteo de las campanillas aviso que alguien había llegado a las puertas del Keyfra. Dirigió su mirada a la puerta y se encontró con Catalina atareada, como siempre, y caminando hacia su mesa.

Sus ojos cafés brillaban un poco ocultando el cansancio que tenía. Gema apostaría a que se quedó toda la noche leyendo. Si se trataba de Catalina, pues libros y estudios eran lo que la describían mejor. Y es que siempre ella quería ser la mejor en lo que se propusiera.

— Hola – murmuró soltando los libros que tenía sobre la mesa. Gema se asustó al ver la cantidad que tenía. ¿Realmente leía todo eso?

— Hey – dijo Catalina chasqueando los dedos frente a ella, que aun miraba sus libros -. Aquí – le recordó y Gema despertó.

— Ah sí, lo siento – sonrió mientras miraba a su amiga a los ojos. Catalina se sonrojó. Lucía más que nerviosa y ansiosa.

— ¿Qué? – dijo algo a la defensiva. Gema reprimió una sonrisa. Era sorprendente como las personas estaban cuando sentían algo -. No me hagas decirlo en voz alta, ¿sí? Lo vuelve…real – Gema asintió con la cabeza. El punto de su reunión con Catalina.

— Oh, pero tienes que decírselo – Catalina negó con la cabeza, horrorizada.

— Nunca, eso está fuera discusión.

— Claro que no, tienes que hacerlo.

— ¿Estás loca? – Catalina la miró como si Gema le hubiera pedido que mate alguien o le consiguiera drogas gratis.

— Él tiene que saberlo. Así tendrás oportunidad…

— No – fue la rotunda respuesta de Catalina, que se cruzó de brazos y se quedó quieta y muda. Una camarera se les acercó y ambas detuvieron su conversación.

Gema pidió por ambas mientras Catalina miraba el paisaje en silencio.

— Llevó guardándome esto por meses ¿okay? Y solo estoy jodidamente asustada. No solo tú lo has notado. Se lo conté a otra persona que…me entiende – Gema la miró confundida – Gerard – soltó y la chica se tensó por un segundo.

— Oh bueno – fue lo único que pudo decir.

— Y creo que él ya se lo confirmo a Michael y… ¡Ah! – Catalina soltó un grito que atrajo la atención de algunos.

— Eso es una razón más para decírselo – concluyó Gema y vio la inseguridad oculta en la actitud de Catalina -, vence el miedo y consigue al enemigo – le dijo picará y le guiñó un ojo.

— Bien – aceptó Catalina soltando un largo suspiro. Gema le sonrió y Catalina solo alzó un poco las comisuras de los labios.

* * *

Después de pasarse el día entero de un lado a otro, regreso a su casa por su guitarra. Gema alistó su guitarra para ir al ensayo en el estudio. Todo seguía con normalidad, pero tenía el sentimiento de que estaba muy cargada desde sus últimos pensamientos sobre Gerard. Casi nunca lo recordaba, ya que siempre evitaba el tema. Intentaba no prestarle atención a cosas que la hicieran volver al pasado.

Sin embargo frente a sus ojos su pequeño hámster se movió en su jaula, con esos puntos negros en la cabeza que parecían más botones que ojos. Sacudió su cabeza, eso de no recordar era más sencillo.

Con paso lento cruzó la puerta de su casa, su madre ya sabía del ensayo así que no quiso fastidiarla y avisarle. Desde la última pelea que habían tenido evitaba el contacto con ella, odiaba su mirada fría sobre ella. La hacía sentirse mierda.

Sorprendida notó que no había nadie en la calle. El viento corría con una tranquilidad inquietante, como si presagiara que algo le pasaría en cualquier momento. Ignoró aquella sensación y empezó a caminar.

Para cuando llegó al estudio sus manos estaban heladas, y su cuerpo tiritaba. LeBron la estaba esperando apoyado en la puerta, y al verla corrió a su encuentro.

— Pensamos que nos vendrías – le dijo envolviéndola con sus brazos para darle calor. Lucía pálida.

— Como crees – respondió Gema dejándose envolver por los brazos cálidos de su amigo. Los dos juntos caminaron el trecho que quedaban y entraron al estudio.

Eran inmenso y tenía todos los materiales que podían necesitar. Era increíble ser amigo de Nick en ese aspecto. Su pasión era la música y no le ponía ningún límite a cuanto hacer gastar a sus padres por sus objetivos.

Ángel estaban dentro y la saludó a través del vidrio. Gema sonrió de vuelta y entró a la cabina seguida de LeBron. A pesar de todo Gema no estaba de ánimos para ensayos, pero se los debía a sus amigos y no podía fallarles. Ella era como la líder entre ellos y si los abandonaba todo amenazaba con colapsar.

Se sentaron en el suelo, a lado de Ángel, y Gema sacó su guitarra. Charlie y Nick aparecieron por la puerta, agotados.

— Lo siento, nos demoramos – comentó Charlie como si nadie hubiera notado ese detalle. Gema lo miró de forma irónica y LeBron sonrió divertido.

— Pero tenemos noticias – dijo Nick sin darse cuenta de las burlas hacia su amigo. Charlie se sentó en el suelo e intento respirar lentamente -, nos ha llegado un correo de los organizadores del concurso – inmediatamente todos abrieron los ojos como platos, prestándole atención. Habían estado pensando solo en eso.

— La fecha del concurso se ha adelantado – soltó Charlie a todos -, va a ser esta semana – concluyó y todos se quedaron callados por unos minutos. Ángel decidió romper el silencio.

— Entonces, ¿Qué estamos esperando para empezar? – se puso de pie con una sonrisa radiante muy propia de él, dándole ánimos a todos -. ¡A ensayar! – exclamó y nadie se negó.

La fecha se adelantó. Asombroso. Lo único que le faltaba. Gema sentía que la cabeza le iba a explotar, e iba a ser muy aliviador para ella. Lo que menos quería era ensayar, necesitaba descansar por un momento de su rutina.

Se acomodó en el banquillo que siempre había para ella, justo al frente del micrófono. Y se dejó llevar por las notas musicales intentando obviar el hecho de que ese sería el ensayo más largo de su vida.

* * *

Tres horas no fueron suficientes para convencerse a sí mismos de que podían hacerlo. Y es que todos cedieron a irse cuando Gema les pidió que le dejaran descansar su voz. Aquello había parecido 3 años para ella.

Gema salió del estudio y respiro el aire frío de la tarde. A un lado el sol ya parecía querer ocultarse entre las nubes, a sabiendas del frío que se aproximaba se colocó una gorra y sin dudarlo empezó a caminar tranquilamente con la idea de ir al Keyfra unos minutos, a comprarse una dona y tal vez un café para luego descansar en su casa. Cuando llegó no pudo evitar mirar el callejón por el que había salido la noche anterior. Un escalofrió le recorrió el cuerpo sin que lo deseara. En medio de su ensoñación resbaló con una lata tirada en el suelo y todas sus cosas salieron volando.

Cerró los ojos y respiro. Tenía que calmarse. Se puso de pie y recogió sus cosas. De verás necesitaba algo que le quitará el dolor de cabeza y esa extraña sensación de vació en su interior. Mientras recogía sus cosas sintió como alguien se acercaba y la empezaba a ayudar.

Cuando alzó la vista supo que ni mil aspirinas le quitarían el dolor de cabeza que iba a empezar a sentir.

Miller. Parado tendiéndole su agenda, con una sonrisa burlona como siempre. Gema soltó un bufido. ¿Por qué ahora le molestaba tanto hablar con él si en el verano habían sido inseparables?

— ¿Y esa cara? – le preguntó él colocando la libreta dentro de su bolso abierto. Su voz sonó exageradamente preocupada.

— Es el olor que desprendes – le dijo señalándolo con un ademán, y es que sabía que tenía una cara de furia y asco. Con el ceño fruncido y el labio torcido en un gesto extraño. Miller sonrió aún más y sus ojos reflejaron una chispa extraña.

Gema no tenía tiempo para jugar con Miller, así que con paso firme camino de vuelta a la vereda hacia su casa. El plan de la dona y el café acaba de ser eliminado.

Casi esperándolo, volteó y lo vio caminando detrás de ella. La alcanzó antes de que se diera cuenta, como siempre. En un momento fugaz le arrebató la guitarra y se la puso en el hombro. Gema ni siquiera tuvo tiempo de poner fuerza y lo vio caminando con su paso de dios con su guitarra apoyada en la espalda.

— Y, ¿A dónde vamos? – preguntó como si nada, dándole un empujón para que siguiera caminando.

* * *

Media hora caminando y Gema seguía sin saber a dónde llevarlo. Miller no daba señas de estar cansado o frustrado, sino todo lo contrario, a cada minuto su expresión se volvía más divertida.

Gema en un inicio pensó que despistarlo sería pan comido, llevarlo a todo lado hasta que se aburriera y terminará yéndose. Lo conocía y sabía que lugares lo aburrían. Pero eso parecía que esta vez no funcionaría.

Eran completamente opuestos uno al lado del otro. Miller con un paso tranquilo y fresco, caminando como si ninguna chica valiera la pena frente a él. Al mismo tiempo reflejaba inseguridad en los ojos, y con cada mirada que le daba a Gema. La chica más hermosa sin duda. Con un aspecto furioso y nervioso.

Rendida se dejó caer en una banca de madera. Se había detenido en un parque infantil con muchos juegos para niños. Los pequeños revoloteaban de un lado a otro y lo único que escuchaban eran sus risas y gritos chillones. Miller la miró unos segundos y se sentó a su lado.

— ¿Te rendiste de que me vaya? ¿Tan rápido? – Gema ni siquiera quiso verlo. Continuó con la mirada hacia el frente -. Solo podrías decir que no quiere que te siga y me iría…

La chica soltó un bufido. ¿Realmente se iría si se lo pedía? Y es que parecía fascinarle darle la contra.

— Dímelo Gema. Dime que importa una mierda el tiempo que pasamos en el verano y que ya no te interesa seguir siendo mi amiga. Que te vale madres si te sigo o no. Dímelo a los ojos y te prometo que nunca más intentaré arreglar lo que sea que se haya malogrado en nuestra amistad – Gema sintió como la gruesa voz de él traspasaba los mechones de su cabello -. Pero no puedes – concluyó él.

— ¿En serio crees que no? – Gema volteó a verlo frente a frente, enfrentarse al azul de esos ojos que conocía tan bien -. Pues tu ego no te permite ver la realidad – respondió cortante, intentando lastimarlo. Tomó la determinación para hacer lo que debía de hacer -. Déjame – le dijo mirándolo directamente, las palabras dolieron cuando salieron de sus labios -, para siempre.

Creyendo la batalla ganada Gema quiso sonreír pero algo la detuvo, un nudo en su garganta… ¿culpa?

— ¿En serio crees que soy tan malo para ti? Llevas conociéndome desde hace años y solo quería acercarme más a ti, cosa que hice por un momento, pero desde que las clases empezaron solo me envías lejos y más lejos. Deja de jugar y decide que quieres para ti, joder.

Gema se quedó callada y tuvo que aceptar cierta verdad en las palabras de él.

— Has estado más cerca de los que crees – admitió antes de retener por más tiempo las palabras en su interior -. Yo…estoy asustada, ¿okay? – liberó lo que tanto le costaba admitir.

Cuidadosamente Miller estiró su mano encima de la banca, las yemas de sus dedos deslizándose por la madera silenciosamente hasta llegar al encuentro de la mano de Gema. Al sentir el contacto frío alejó su mano por reflejo y alzó la vista para verlo. Él envolvió con sus dedos la mano pequeña de ella sin dejar de mirarla.

— Olvídate de todo, como en el verano – le ofreció con una sonrisa de lado. Y sintió como si el verano volviera de pronto.

Ya no le importaba si era una locura.  Quería dejar de sentirse agobiada por su ruptura con Gerard, nerviosa por la audición al concurso y asustada por las cosas que Miller llevaba ya mucho tiempo causando en ella.

Él no era malo, ella quería verlo malo. Porque así se hacía más fácil evadir todo lo demás.

Por un momento quería dejarse llevar…ser libre.

Sin saber que tenía él en mente lo siguió sin soltar su mano, adentrándose en el parque hacia los juegos repletos de niños.

— ¿En qué estás pensando? – lo interrogó Gema sin lograr captar su atención.

— Un momento – pidió y se acercó a un niño que tenía un helado. Cuidadosamente hizo que se le cayera al suelo – Ups – dijo sin siquiera sonreír. No mostró ninguna emoción en el rostro.

El niño lanzó un grito/sollozó escandaloso y chillón para salir corriendo como un nene. La mayoría de los niños lo siguieron y solo quedaron los dos solos.

— Eres un capullo – le gritó Gema molesta y él se encogió de hombros.

— Ese niño era un capullo. Mientras hablabas no sé si viste como trataba a una niña pequeña, se lo merecía – igual Gema lo miró furiosa unos minutos hasta que se calmó. Miller dio su defensa y se sentó en uno de los juegos de plástico.

Gema tuvo que calmarse interiormente antes de matarlo. Pensó en todos los niños y solo tuvo que aceptar cuanto la irritaban en más de una ocasión. A penas y toleraba a su hermano menor. Sin saber que decir se acercó a Miller hasta quedar frente a él.

— ¿Y que se supone que tienes planeado hacer? – Miller sonrió de lado y extrajo una bolsita hermética de su bolsillo trasero.

— Jugar en estos juegos como niños, pero con estas – dijo alzando la bolsa frente a Gema. Dejando ver unas pastillas bailar en su interior.

— Las malas lenguas decían que eras más sano que el agua – comentó Gema cogiendo la bolsa y examinando su interior -, y yo no cagó mi vida con estos – se la devolvió, golpeándola contra su pecho.

Miller alzó sus cejas pobladas y sostuvo la bolsa de vuelta.

— Es cierto. No tomo, no fumo ninguna hierba. Pero no dejó que algunas pastillas me alegren – Gema puso los ojos en blanco y negó con la cabeza -. Oh, vamos. No es ninguna droga…hablando estrictamente es lo que tomarías si estuvieras algo enferma – Gema negó con la cabeza.

— ¿Cuál es su efecto? ¿Euforia? – soltó con ironía y Miller se encogió de hombros.

— Solo una. No te hará absolutamente nada – prometió alzando la mando y poniéndose una mano al pecho. Gema soltó un suspiro.

— Y después dices que no eres malo para mí – fue su último comentario antes de que Miller sacará dos pastillas, le diera una Gema y ambos la tomarán al mismo tiempo.

El efecto no fue al segundo pero él rio como idiota frente a ella. Dio un salto e ingresó al primer juego de toboganes, jalándola con la mano detrás de él. Perdiendo la noción de todo juntos se internaron en ese juego y tal y como prometió Miller, olvido todo.

* * *

Muy lejos de Gema, en su mochila; que había dejado tirada en el parque; su celular vibró. La pantalla se encendió en la oscuridad e iluminó el interior con un mensaje.

‘‘Dejé a Edgar. Te necesito’’

Nuevamente se apagó y Gema continuó ajena.

* * *

Ya ni siquiera recordaba cuanto tiempo llevaban en ese laberinto infantil, siguiéndose entre las sombras. Se estaba divirtiendo mientras Miller la perseguía y cantaba una canción que conocía muy bien. Su voz gruesa rebotaba en las paredes del túnel, llegando a ella como una vibración.

Creep.

Era como si la música rebotara en su interior, resonando en sus oídos con fuerza. No sabía si cantaba bien, solo se dejaba llevar por la letra y su significado.

Miller la alcanzó sin dejar de cantar y atrapó su tobillo, deteniéndola. Aquello envió una descarga a todo su cuerpo y se detuvo sin que él hiciera fuerza.

Con cuidado se abrió paso entre el túnel y ella, para quedar de costado con Gema muy cerca de él. Era increíble pero ambos entraban en ese reducido espacio.

Gema tenía que admitirlo, mientras él cantaba frente a ella. Estaba más que intimidad frente a él. Desde esa altura tenía que alzar un poco los ojos para verlo al completo. Las facciones duras. Las cejas grandes y pobladas. No era tan hermoso como decían, con la nariz demasiado pequeña para el rostro y los ojos tal vez algo achinados. Sino era lo que significaba para ella.

Cuando él estiro su mano para acariciar su mejilla Gema no se sintió nerviosa, se sintió segura. Él empezó la segunda estrofa, casi susurrándosela como un secreto.

Era como si algo vibrara en su interior, una sensación nueva y abrasadora. Como un clic en su cabeza que había querido ignorar por tanto tiempo peor ya no podía hacerlo por mucho más.

Sus miradas se encontraron en la oscuridad y Gema contuvo el aliento.

— ¡Salgan de ahí ahora mismo! – escucharon la voz furiosa de una mujer desde afuera.

— Coño, la madre del niño – maldijo Miller y ambos salieron como sea de ese lugar.

Afuera ya los esperaba una mujer algo vieja con los brazos cruzados y un pie dando golpecitos en el suelo. Tenía toda la pinta de ser una mujer de armas de tomar. Detrás de ella el niño sonreía maliciosamente.

Miller cogió el bolso de Gema y se lo lanzó mientras se ponía la guitarra a la espalda. Corre. Le dijo a Gema con los labios y ambos emprendieron la huida.

— ¡Vayan a hacer sus cochinadas a otro lado! – les gritó la mujer mientras ambos corrían sin mirar atrás. Gema disfrutó del momento.

Se detuvieron junto a la laguna artificial que había y Gema no supo si seguir corriendo y huir de todo nuevamente. Más Miller conociendo sus intenciones la detuvo antes de que pudiera hacerlo.

— ¿Qué me estás haciendo? – le gritó Gema soltando su frustración y acercándose demasiado a el rostro de él.

— Te preguntaría exactamente lo mismo – ambos se quedaron en silencio, con las respiraciones agitadas. Estaban tan cerca por un momento al siguiente se encontraban alejados por otra eternidad.

Si se consideraba la distancia no era nada. Y Miller tomó la determinación de acabar con todo. Sin contenerlo la atrajo hacia sí y le plantó un beso. Gema no tuvo lugar a reaccionar y se dejó llevar por el momento.

Hasta lo que separó de sí. Miro a sus ojos brillantes y salió huyendo de ahí sin mirar atrás.

* * *
Tras correr por lo que pareció una eternidad Gema llegó a su casa y se encerró en su cuarto sin saludar a nadie. 

— ¿Gema? - una voz aguda la sorprendió y se encontró con Karol sentada sobre su cama. Gema intentó calmar su respiración en vano. ¿Por qué no le habían dicho que tenía visita? Oh claro, no se había molestado en saludar a nadie.

— ¿Karol? ¿Qué haces aquí? - logró que su voz sonará tranquila, mas su amiga no se lo tragó.

— Quise sorprenderte, como siempre - Karol lucía más confundida aún, levantó un paquete de donas de su cama y Gema sonrió enternecida -. Creo que acerté al venir - Gema asintió con la cabeza y se acercó hasta ella, dejandose caer en el colchón.

El silencio reinó por unos segundos, solo con el sonido de la rueda del hamster girando de fondo. Karol aceptó que su amiga no dijera nada, hasta que la curiosidad acabó con su paciencia.

— ¿Ahora me vas a decir que sucedió? - su pregunta fue como el detonante que hizo que todo en el interior de Gema explotará. Eran mejores amigas, no la juzgaría.

Pronto la chica se sumergió en la narración más larga que tenía, empezando por el verano y terminando con el beso de Miller. Le comentó de sus inseguridades, de como había estado pensando últimamente en Gerard y el dolor y culpabilidad que eso le provocaba. Karol escuchó en silencio hasta que llegó su momento de intervenir como consejera.

— Es muy simple aunque no lo veas: tienes que dejar ir a Gerard para darte una oportunidad con Miller. Y vaya que Miller se lo merece, está colado por ti desde que apareciste en su vida. Y ni siquiera te molestes en fingir que no es verdad, solo necesita que tú lo aceptes - de la boca de Karol las cosas lucían un poco más claras para Gema -. No vas a poder aceptar a Miller con la sombra de Gerard a tus espaldas - Gema se quedó en silencio sin saber que decir exactamente, Karol soltó un suspiro y cruzó su habitación. Cuando volvió a su lado tenía algo entre sus manos: la rueda con un pequeño hámster.

— Debo regalarlo, ¿no? - Karol asintió con la cabeza, Gema recibió la rueda y observó el pequeño ser en su interior. Era lo único que le quedaba de Gerard, todas las demás cosas o estaban perdidas o las había terminado botando sin darse cuenta.

— Michael y yo te podemos ayudar a encontrarle un hogar - se ofreció Karol sonriente y Gema soltó una risa, luego miró a Karol con una ceja alzada.

— Como que Michael y tú son inseparables ahora - Karol se sonrojó un poco para mirar seriamente a su amiga y negar con la cabeza.

— Somos mejores amigos - Gema se encogió de hombros.

— Si tú lo dices - Karol negó con la cabeza y se dio por cerrado el tema.



                                                  * * *

El día de la audición. Al fin había llegado contra todo. Y es que esa semana había sido la más larga de su vida. Ignorando a la gente en el instituto, sin los acosos de Miller. Todos se preguntaban qué le pasaba a Gema y ninguno se lo podía explicar.

Karol y Michael habían encontrado un lugar para el pequeño hámster. Gema lo dio con algo de pena, y tuvo que admitirse a si misma, alivio. 

— Sigo sin entender cómo te robaron la guitarra - comentó Ángel afinando una guitarra prestada por el instituto. Gema se encogió de hombros ignorando la mentira que había tenido que decir porque Miller se había quedado con su guitarra.

— Ni siquiera yo lo entiendo - se limitó a responder. Los chicos estaban nerviosos y casi ni le prestaban atención. Ángel terminó y le tendió la guitarra, Gema la cogió temblando. El chico quiso preguntarle algo pero ella le pidió con la mirada que no lo hiciera.

— Siguen ustedes, ¡ya! - les gritó un chico de producción desde la puerta. Todos se miraron entre sí y entraron. 

Era un auditorio grande. Estaba vacío y oscuro, solo con el escenario iluminado. El jurado los miraba desde los únicos asientos que ocupaban en el público.

Ángel los miró a todos alentándolos con la mirada y caminaron juntos hasta el escenario. Una vez ahí acomodaron sus instrumentos y esperaron que el jurado empezará.

— ¿La banda no tiene nombre? - preguntó uno de ellos, una mujer rubia de lentes. Gema negó desde su ubicación. La mujer negó con la cabeza y escribió algo en su cuadernillo. Un punto menos. El sudor empezó a correrle por la frente, miro disimuladamente a sus compañeros que se ponían más nerviosos a cada segundo. Sentía como se le formaba un gran nudo en su garganta, tenía que calmarse. Respiro profundamente y se relajó o al menos intento hacerlo.

— Bueno ¿quién es el líder aquí?- pregunto otro miembro del jurado que parecía algo mayor que la chica rubia, usaba una camisa descolorida y no se veía de buen humor.

— Yo - dijo con casi un hilo de voz Gema levantando tímidamente su mano.

— ¿Tú “quien”? - le respondió con una pregunta el hombre con un poco de arrogancia divertida.

— ¿Ah? Yo, Gema - disimuló su nerviosismo con una de sus espectaculares sonrisas radiantes.

— Muy bien Gema, sabía que tenías nombre. Pueden empezar - el tipo se recostó en su silla con aire aburrido.

Su rutina ya se la sabían, Gema le indico una señal a Charlie que empezara a tocar y todos se unirían. Todo iba bien, Gema intento relajarse No tenía su guitarra por lo que solo tenía que cantar, no podía arruinarlo.

Charlie empezó a tocar Creep y todos empezaron. Gema entró en el momento indicado y su voz melodiosa llenó el silencio del lugar, la letra ahora le sabía tan distinta.

Con cada palabra que decía no podía evitar pensar en Miller, en cuando él le había cantado a ella, en ese día.

Se dio cuenta de que estaba perdiendo la concentración y se recuperó. Las notas altas llegaron y la letra le cayó como balde de agua fría. ‘‘Ella está huyendo a través de la puerta’’. Gema ya había perdido la concentración y no era consciente de como estaba cantando. Solo podía pensar en una cosa: estaba huyendo.

Huyendo de sus sentimientos, de lo que Miller causaba en ella. Y tenía que dejar de hacerlo. Debía detenerse o pronto explotaría y todo terminaría peor de lo que estaba. Un nudo se instaló en su garganta en el peor momento.

Tenía que encontrar a Miller y solucionarlo todo de una maldita vez.

La canción terminó y el jurado ni se inmuto en su asiento. No escribieron nada en sus libretas, solo los miraron en silencio.

— Muy bien, pueden retirarse – fueron las únicas palabras de ellos. No se lo tuvieron que decir a Gema dos veces.

* * *

Gema llegó al muelle antes de lo esperado. Era un lugar cercano en el que siempre se encontraba Miller. Vivía en unos condominios cercanos y pasaba la mayor parte del día ahí como Deborah y sus demás vecinos.

Estaba despeinada y el calor que estaba haciendo la hacía sudar más de lo normal. Se limpió la cara con el pañuelo rojo que tenía amarrado al cuello y lo dejó ahí, sin saber qué hacer. Todas sus esperanzas estaban en que Miller se encontrará ahí.

Y si estaba ahí, apoyado en la baranda que daba a la playa de la ciudad. El viento despeinaba su cabello y su mirada lucía algo perdida. Se sorprendió al ver que tenía su guitarra ahí mismo.

Tomó toda la convicción que tenía y caminó hasta donde se encontraba, pero se detuvo a unos metros de pronto insegura de sí misma. ¿Y si ahora él la mandaba a volar? Aquello era lo más probable. No, no se podía dar por vencida.

Avanzó los metros que le faltaban y con cuidado le tocó el hombro a Miller dos veces, él volteó a verla y no hizo ningún gesto. No cambió nada en su expresión.

Gema pensó que todo había sido una mala idea y retrocedió, pero él envolvió con su mano la muñeca de ella evitando que se fuera.

— Tardaste mucho - Gema quiso poner los ojos en blanco por su ego, pero él cogió la guitarra y se la dio -. Creí que era más especial para ti - comentó encogiéndose de hombros.

— No tuve tiempo - respondió sin saber que decir y Miller se dio la vuelta para seguir viendo el mar -. Quiero hablar contigo - soltó y él nuevamente la miró. Se sentía tan pequeña junto a él, pero a la vez poderosa. Sabía lo que causaba en él.

— ¿De qué? - Gema no encontraba las palabras por lo que dejó su guitarra a un lado y se estiró para quedar frente a frente a Miller. Este lucia confundido y sorprendido por su actitud.

— Está bien - respondió Gema tocando el rostro de él con cuidado y acercándose lo suficiente como para darle un beso, pero sin hacerlo. Miller la terminó de atraer a sí y Gema sintió nuevamente las sensaciones que solo él le transmitía con un beso.

Ambos se dejaron llevar y disfrutaron de momento.

Cuando se separaron Gema sonrió por primera vez después de tiempo frente a Miller, una sonrisa sincera y alegre.

Aquello ensanchó el corazón de Miller que no pudo sentirse más feliz. No se necesitaron más palabras entre ellos.

* * *

Al cruzar el umbral de la puerta de su casa Gema llegó a sentirse completamente tranquila, después de tanto tiempo ya no sentía la culpa sobre ella. En su lugar tenía paz en su interior. 

Sentado en el sillón se encontraba su papá, mirando una película con su hermanito menor al lado. El pequeño saltó al verla, hacía mucho que no pasaban tiempo a solas. Su padre le sonrió, algo confundido por la felicidad que su hija irradiaba.

— ¿Sucede algo Gema? - la chica soltó un suspiro y tomó asiento junto a él. Su padre la protegía más que a nada en el mundo, y nunca le había agradado la idea de que su pequeña estuviera junto a un chico. Eso había hecho que Gema le ocultará su larga relación con Gerard por miedo, no quería que la separarán de él. 

— Sí - respondió con seguridad. Con Miller era distinto. Sentía una fortaleza que con Gerard nunca había tenido, podía confiar en que Miller no la dejaría por otra persona -. ¿Recuerdas a Miller? - su padre asintió con la cabeza, de pronto intrigado por la conversación -. Creo que estoy algo enamorada de él - admitió Gema por primera vez. Su padre alzó las cejas.

— ¿Enamorada no es una palabra algo fuerte? - Gema asintió con la cabeza, se sentía tan abierta frente a su padre, siempre había sido así. 

— Me siento extraña con él, solo quiero estar con él y no pienso en nada más que él todo el día. Me siento enferma - su padre sonrió ampliamente.

— ¿Y entonces porque no estás con él? - las palabras de su padre la dejaron en silencio. Acababa de arreglar las cosas con Miller pero no estaba segura de que ya ''estuvieran en una relación''. Las cosas seguían siendo delicadas tratándose de Gerard -. Si ese chico te quiere como tú lo quieres él no te dejará ir, es más, te perseguirá hasta el fin del mundo si es necesario -.

— Solo dile que no exagere las cosas - de pronto la madre de Gema apareció en el pasadizo, mirando sonriente la escena. Gema sintió que estaba siendo una intrusa y se levantó incomoda.

— Supongo que lo conocerán pronto - fue lo único que logró decir algo confundida y su padre asintió con la cabeza. Su hermano pequeño, que se había quedado en silencio durante la conversación, regresó al lado de su padre a continuar viendo la película.

Gema salió de la sala y se encontró con su madre en el pasadizo.

— Gerard sabrá entenderlo - las palabras de su madre la dejaron callada hasta que esta entró a la sala. Gema subió a su cuarto con mil sensaciones en su interior.

¿Qué había sido todo eso? Ni siquiera comprendía lo que había hecho. Solo se dejó llevar por sus sentimientos por una vez y todo termino…bien. Y todo por el puto torbellino que era Miller con ella.

Entró a su cuarto sin dejar de sonreír hasta que un pitido la sobresaltó. En su bolsillo trasero su celular vibraba. Cuando lo sacó vio que tenía un mensaje nuevo. Sin mucha importancia lo abrió. De Deborah…

‘‘Creo estar enamorada de ti. Joder, esa era la puta cosa que tenía que decirte’’

Mierda.