3. Gema
Al fin había llegado la noche y no iba a poder descansar aún. ¿Por qué su vida tenía que ser tan atareada?, se preguntó mientras se cepillaba los dientes frente al espejo. Tenía unas pequeñas manchas oscuras bajo los ojos. Nada que el maquillaje no pudiera arreglar, se contestó a sí misma.
En unos días era la importante presentación que estaba esperando. De hecho hasta la más mínima presentación que tenía era importante para ella. La música, su vida y su todo. Hacía un buen tiempo que tenía una banda, un pequeño grupo de amantes de la música y algo dementes también. La perfecta combinación. Con ellos pasaba casi todos los días y ya eran como una familia. Compartían el amor por la música y un talento que fusionado daba un buen resultado.
Se sonrió en el espejo para tranquilizarse a sí misma. Al salir del baño de su cuarto se lanzó sobre la cama con la intención de descansar al menos unos minutos. Dejó el móvil debajo de la almohada para que nadie la fastidie, quería un momento de paz antes de irse nuevamente de su casa.
Dispuesta a que el sueño se la llevara, cayó en los brazos del descanso. Sin embargo apenas hubo conseguido un poco de paz interior una voz aguda entró en su habitación.
— ¡¿Gema dónde está mi polera roja?! – la delgada silueta de su hermana se proyectó como sombra en la pared junto a la puerta de su cuarto. La chica ingresó a su habitación y prendió la luz imponiéndose al frente de su hermana. Gema escondió el rostro en su almohada, evitando la luz blanca de su cuarto. Lentamente levantó la cabeza abriendo los ojos poco a poco hasta acostumbrarse al brillo.
Su hermana continuaba en la puerta, mirándola ceñuda. Físicamente eran casi iguales, aunque las facciones de Anna fueran más duras y su contextura mucho más delgada. Sus ojos eran achinados y delineados, con los ojos claros parecían ojos de gato. Tenían una pisca de maldad natural y su sonrisa divertida nunca desaparecía.
Dio un salto y cayó sobre la cama de su hermana, haciendo que Gema rebotará y resbalará. Aquello provocó una risa sofocada de la chica.
— No tengo ni puta idea – respondió Gema malhumorada y su hermana no dejó de sonreír.
— Entonces me pondré cualquier cosa para ir al Keyfra contigo – su hermana menor se encogió de hombros y bajo al suelo con un brinco. Gema se sorprendió al ver la rapidez con la que llegó a la puerta.
— ¡No! – gritó, reaccionando ante lo que había dicho su hermana -. Ni sueñes que irás conmigo al Keyfra – conociendo muy bien a su hermana se puso de pie y dejando a un lado la idea de descansar se empezó a alistar. No iba a poder dormir ni estar en paz hasta que estuviera lejos de Anna.
— Oh, sí que puedo ir – era sorprendente lo jodida que podía llegar a ser. El Keyfra era como su ‘‘lugar sagrado’’. Un pedazo donde todo era neutro y las presiones no la seguían.
El Keyfra era un café/bar en el que siempre pasaba el tiempo cuando se le presentaba la oportunidad. La mayoría de los chicos del instituto iban a ese lugar como punto de encuentro, simplemente para disfrutar de un buen momento. Hacía poco que habían conseguido; gracias a Nick; que el dueño les dejará tocar. Y todo porque los había escuchado en el concurso anual de talento que el instituto hacía.
Aun así solo les había dado una noche cada semana. No una gran oportunidad pero valía. A parte les servía como ensayo a la audición que se les había presentado.
— No vas a ir Anna. Y no me jodas – le dijo seriamente guardando algunas cosas en su bolso y cogiendo su guitarra. No llevaba puesto nada más que una chompa turquesa que le quedaba algo grande y unos pantalones blancos. Camino sin zapatos hacia su armario y cogió las zapatillas más cercanas. Unas negras con pasadores blancos.
— Gema… - Anna utilizó su tono amenazador, aquel que siempre funcionaba. Pero su hermana la miró furiosa y negó con la cabeza.
— Hoy no funcionará – respondió y salió por la puerta de su cuarto, bajando las escaleras con rapidez.
Vivía en una casa grande de 3 pisos. Era muy antigua pero se mantenía, con pasadizos secretos que ella conocía al completo. Como aquel armario falso que había en su cuarto, que en realidad era una puerta que la llevaba hacia otra habitación pequeña a través de un largo pasadizo oscuro. Adoraba vivir en un lugar así.
Sin embargo su familia tenía mucho dinero. Nunca le pareció fastidioso el dinero, pero de hecho que le encantaba tenerlo por montones. La sala de estar parecía más un salón de baile amplio con la iluminación perfecta y cálida. Se sentó un momento en el sillón más cercano y se empezó a atar los pasadores.
Desde su posición se veía el interior de la casa. Su cocina enorme, el jardín interior, el comedor… su madre de pronto se asomó desde la cocina.
Era una mujer alta y esbelta, con las facciones cansadas y algunas canas en el pelo. Se podía ver que estaba cansada, por su postura y posición en el espacio. Pero también se podía atisbar una juventud maravillosa en el café de sus ojos.
— ¿A dónde vas? ¿Gema? – le preguntó. Aquella mujer había sido hermosa, incluso más que su hija. Se podía ver en los trazos de su rostro.
— Tengo una presentación en el Keyfra – explicó sin saber muy bien que decir.
— ¿Por qué no lo mencionaste antes? Tu padre y yo vamos a salir esta noche y tienes que cuidar de tus hermanos… - la regaño acercándose paso a paso con los brazos cruzados. Gema retrocedió un poco más hacia la puerta y palpo los bolsillos de su pantalón discretamente, con la vaga esperanza de que sus llaves estuvieran ahí. No estaban. ¿Dónde estaban cuando más las necesitaba? Miro a todos lados mientras su madre continuaba hablando.
Miro la sala. La mesilla, los estantes. No estaban por ningún lado. Miro al suelo disimuladamente y las llaves brillaron al lado de sus pies. Se le habían caído en medio de su intento de salir apurada.
En una rápida maniobra abrió la puerta, cogió su guitara y pateo las llaves afuera. Salió con rapidez.
— Tal vez vuelva tarde… ¡Te amo mamá! – gritó después de recoger las llaves del suelo y salir corriendo por la puerta.
— ¡Gema! – escuchó el grito de su madre y se alejó corriendo a toda velocidad por las calles, con su guitarra golpeando su espalda y el bolso colgando de su hombro.
* * *
El público que ya había en el Keyfra era suficiente como para empezar una presentación. El dueño ya los tenía en la mira y si no empezaban a tocar perderían ese día. Era un hombre algo viejo, tacaño y gruñón. Con ya varias canas en la cabeza, el ceño fruncido que siempre mostraba arrugaba su rostro aún más. Los años lo habían vuelto renegón y protegía su único ingreso con su vida: el Keyfra. Cuando veía una oportunidad de ganar dinero no la perdía, y aun tenía la esperanza en esa joven banda.
Nick vio a Gema cruzar la puerta principal del local y brinco para correr hacia ella con la agilidad de un corredor de carreras.
— ¡Estás aquí! – grito como si no fuera obvio y le dio un abrazo sin razón alguna. Gema lo aceptó sin chistar. Nick tenía algo con ella, sin estar precisamente enamorado de ella. Para nada. Solo le expresaba una preferencia sobre sus demás amigos -. ¿¡Porque cojones te demoraste tanto?! – su expresión de ternura cambió drásticamente por una furiosa.
— Nada en especial – respondió ella sin hacerse bolas y encogiendose de hombros, no iba a decirle que se había quedado dormida y si Anna no la hubiera despertado no habría llegado a tiempo. Paso al lado de su amigo y camino entre las mesas hacia el escenario.
— ¡Gema! – le gritó una voz chillona a sus espaldas. Volteó y se encontró con Karol sonriéndole ampliamente desde una mesa, con Michael y… ¿Quién era él? Le tomó unos segundos reconocer que aquel era el nuevo. Saludo a su amiga con una sonrisa y quiso acercarse pero Nick la agarró del brazo.
— Vamos – ella asintió con la cabeza. Caminaron hasta el escenario en donde ya todos los demás estaban colocados en sus lugares.
Ángel dándole unos últimos toques a su guitarra, LeBron tocando una melodía suave con el bajo y Charlie tocando en el aire con sus baquetas. Al verla todos abrieron los ojos y quisieron decir algo pero Gema los detuvo alzando la mano.
— Luego de la presentación, ¿sí? – les pidió abriendo el cierre del estuche de su guitarra. Todos rodaron los ojos y aceptaron. Nunca lo admitirían pero no le negarían nada a Gema.
Aquella chica era como si ejerciera sobre la voluntad de los demás sin desearlo, era un encanto natural que emanaba de su piel y atrapaba a cualquiera que estuviera cerca.
— Entonces escucharán nuestros berrinches hasta aburrirte – LeBron dejó su guitarra del lado, acercándose hacia ella con una gran sonrisa. Ambos eran mejores amigos, si se podía decir, y no se ocultaban nada. Aunque a Gema le gustaba ignorar el hecho de que él probablemente estuviera algo enamorado de ella.
No estaba mal en sí. Pero simplemente no le nacía estar enamorada o si quiera atraída hacia él. Alto y delgado, con la contextura más delgada del instituto. Abrazarlo le provocaba algo de terror ya que parecía que se rompería entre sus brazos. Era un año mayor y aun así no mostraba ser más maduro físicamente que sus menores. Tenía el cabello medio rapado a los lados y corto, de un rubio oscuro. Lo único que hacía que las chicas estuvieran detrás de él eran sus ojos verdes, aunque tal vez los tuviera muy hundidos y las mejillas algo chupadas. Gema nunca lo había encontrado atractivo.
— Ya veremos – respondió sacando su guitarra, colocándosela y tirándose el cabello hacia un lado. Era el momento. Con una sonrisa les dio la señal a todos y miró por encima del escenario el lugar.
El ‘‘público’’ empezó a aplaudir mientras alguien los presentaba desde algún lugar del local. El chico dejó el micrófono y el de Gema dio un pitido, indicando que ya estaba prendido. Se sentó en el banquito que siempre había para ella y tomó una bocanada de aire.
— ¿Hola? – fue lo único que se le ocurrió decir. Ya había tenido presentaciones antes, pero nunca sabía cómo empezar. Aun no se acostumbraba a tantos ojos sobre ella, atentos hacía su próximo movimiento. La luz de los reflectores la empezaba a incomodar y tuvo que mirar al frente. El Keyfra no era tan grande pero la gente hacía que lo pareciera -, ya nos conocen aunque no tengamos un nombre…
En el público Karol rio escandalosamente como si aquello hubiera sido lo más gracioso que había escuchado en su vida. Gema agradeció interiormente el apoyo que su amiga le estaba dando.
— Eso no importa, aquí vamos – volteó a mirar a Charlie para darle la señal de que empezara.
Él empezó a tocar; como siempre tan entusiasta y viviéndola; y todos los demás lo siguieron.
Era Creep de Radiohead. Gema se dejó llevar por las notas y en el momento que debía empezó a cantar. La melodía salió de sus labios con perfección sin que siquiera se lo propusiera, solo dejaba que sucediera. Conocía muy bien esa canción y siempre le había gustado la historia que su letra contaba. Su acompañamiento era bueno, realmente bueno. Sus amigos se estaban luciendo. Cada uno por su lado.
Mientras los demás tocaba, ella los ayudaba un poco con su guitarra. Su voz era maravillosa, sí, pero le nacía más tocar que cantar. Estar en el fondo de escena y ser una ayuda en la fusión de sonidos que se formaban de una canción le parecía más espectacular que ser el centro de ella.
Dejó de pensar en el público de su alrededor y todo desapareció lentamente. Su vista se ponía como que borrosa y sentía como si su cuerpo perdiera peso. Ligera en el aire. Por un momento todo era distinto y sus temores desaparecían. Se sentía…invencible. Dispuesta a agarrar al mundo entre sus manos y volverlo cenizas para conseguir todo lo que deseaba.
Su voz resonó en todo el lugar, perfecta y mágica. Escucharla era un deleite. Nunca se podía explicar esa sensación. Pero cuando Gema cantaba, no importaba si la canción era una completa mierda. Era…mágico. Como si pudieras hacer lo que ella quisiera en ese instante.
Karol desde su mesa hizo que todos se pusieran de pie y aplaudieran con ella. Aun así ella era la única con esa alegría innata que poseía, mientras los demás aplaudían como maquinados por algo. Pronto los demás presentes hicieron lo mismo y Gema se llenó de energía al verlos.
El solo de guitarra llegó y Ángel empezó a tocar como siempre. Era su momento y todos lo respetaban. Aumentó la sensación entre el público, que observaba a la banda en silencio. Sin embargo ninguno de los integrantes se daba cuenta del impacto que estaban teniendo, solo seguían tocando como siempre.
La canción llegó a su mejor momento cuando la voz de Gema alcanzó las notas más altas sin mostrar dificultad, como si estuviera dándole un mordisco a una dona y lo disfrutará. El final se acercaba y con ello el encanto terminaba, Gema se sentía caer con lentitud.
Con suavidad la melodía se fue apagando y con un último sonido la canción se dio por terminada. El público estalló en aplausos y Gema se sonrojó un poco, sonriendo y mostrando los hoyitos que tenía en las mejillas. Había cantado como siempre, no notaba ninguna diferencia.
— Asombroso – Nick fue el primero en acercarse de todos.
— Jodidamente genial – terminó LeBron detrás de ella, envolvió con sus brazos la cintura de Gema y le dio un abrazo inesperado. Charlie y Ángel se acercaron asintiendo con la cabeza.
— En serio Gema, aquello fue la gloria – Gema estaba más que avergonzada. No podía creer lo que le estaban diciendo.
— Debemos de presentar esta en la audición. Estuvimos fenomenales, joder. Mira el público – impuso Ángel con su voz suave, como siempre. Todos asintieron en aprobación. Aquella era la canción que debía de llevarlos al éxito.
— Está dicho – concluyó Charlie y los cinco después de mirarse orgulloso miraron al público. Nunca habían logrado tanto en una sola noche.
Se decía cosas muy buenas de su banda, pero también había detractores potentes que estaban dispuestos a destruirlos a toda costa. Incluso el dueño sonreía satisfactoriamente desde su mesa. Cerca al mini bar que había.
Karol utilizó sus dedos para lanzar un silbido y a su lado Michael aplaudió con más fuerza. Ninguno encontraba una mejor manera de retirarse del escenario.
— ¿Otra canción? – se atrevió a decir Gema llevada por la euforia a través del través del micrófono. El público asintió con la cabeza y lanzó un grito en respuesta. ¿Era su impresión o el local se había llenado? Sonrió divertida y volteó para mirar a la banda -. Ya escucharon.
Ni siquiera respondieron. Solo se colocaron en sus lugares y se miraron entre todos. Gema sabía con que debían de seguir por lo que se acercó a cada uno y les susurró una canción en el oído.
Todos aceptaron dudosos, a Gema nunca le había salido bien esa canción pero ella lucía muy segura por lo que aceptaron y confiaron en su amiga. Su confianza había emergido de la oscuridad y estaba que bullía por explotar. Por lo que asintió, haciéndoles saber que estaba preparada.
Nick empezó con la guitarra y Gema entró a los segundos.
Girl With One Eye de
The Florence + The Machine fluyó de sus labios con la misma facilidad que Creep y en menos de lo que pensó ya tenía nuevamente al público entre sus manos.
* * *
Después de tocar por una hora sin descanso, todos bajaron del escenario en medio de ovaciones. Fue una noche que hicieron suya por completo. El momento en que por fin su banda se lució.
La euforia que el público les profesaba hizo que tuvieran que cambiar de rumbo y regresar a los camerinos con increíbles sonrisas en los rostros. Nunca habían conseguido ni una pisca de ello y estaban gratamente sorprendidos.
— Juro que podría besarte ahora mismo – LeBron agarró a Gema de los hombros, sin perder la gran sonrisa. Ella sonrió incómodamente y negó con la cabeza.
— Ninguno debería de agradecerme a mí. Fue increíble por todos, un puto trabajo en equipo ¿okay? Así que no me alaben a mí, sino a ustedes mismos – ninguno le hizo caso, rodó los ojos -. Bésense entre ustedes en todo caso – aclaró empujando divertidamente a LeBron para entrar en el camerino y buscar su estuche de guitarra. Nick negó con la cabeza exageradamente.
— ¡Ni cagando los besaría! – dijo haciendo una mueca extraña para luego partirse de risas.
— Mary Elizabeth viene de camino, no los necesito – fue la respuesta de Charlie y todos lo miraron como si fuera un competo imbécil.
— Eso no interesa, Charlie – le soltó Gema y este se encogió de hombros -. Como sea, mañana ensayamos. Si a alguno se le ocurre faltar los castro. ¿En el estudio? – le preguntó a Nick, ya que este poseía un estudio que siempre utilizaban. El chico asintió.
— No falten, ¿eh? – la apoyó LeBron poniéndose serio.
— Creep debe de salir perfecta – Ángel lucía más emocionado de lo normal, y era extraño. Él de por sí deliraba de emoción por cada cosa pequeña en la vida, como tener una buena noticia o sacar una mala nota. El entusiasmo entre ellos.
Gema le sonrió y sin contenerse lo abrazó con fuerza, compartiendo por primera vez su emoción extremista. Los demás vieron la situación divertida y se acoplaron al abrazo.
— Aléjense, esto ya se tornó estúpidamente cursi y vomitare – se quejó Gema entre ellos intentando débilmente alejarlos. Pero todos tenían más fuerza que ella por lo que tuvo que esperar que uno por uno se separaran hasta que quedará libre y los mirará furiosa.
— ¡En el estudio mañana! – medio gritó Nick llenó de emoción.
— Si, solo no seas tan cabro – pidió LeBron y Nick lo miró furioso -. Les vamos a dar por el culo a las demás bandas y ganaremos aquella audición – agregó y todos asintieron convencidos de que lo podían lograr.
— Ustedes encárguense de darles por el culo, yo solo cantaré – dijo Gema sin dejar de sonreír y fue hasta la puerta -, ¡Nos vemos mañana! – les dijo a medida de despedida y salió de la parte trasera del escenario.
En cuánto Karol la vio dio un brinco desde su asiento hasta ella para darle un gran abrazo. Hablaba tan rápido que parecía delirante, a duras penas pudo entender algunas palabras de las que su amiga botaba. Estaba más que eufórica y aquello la hacía feliz. Karol poco a poco se recuperaba y volvía a ser la misma.
Y en eso tenía mucho que ver Michael, que desde la extraña desaparición de Karol se habían vuelto tan unidos. Donde estaba Karol aparecía Michael a su lado, con la preocupación en el rostro.
Sin preguntar Karol envolvió sus delgados dedos en su muñeca y la arrastró hasta la mesa en la que estaba.
— Bien hecho, frentona – la felicitó Michael dándole una palmada en la frente. Gema lo miró con los ojos entrecerrados. Era verdad que su frente no era tan pequeña, pero no era para tanto.
— No jodas – se quejó Karol dándole un golpe en el hombro para reír como una niña pequeña. Ambos se miraron por un fragmento de segundos, pero Karol regresó a la realidad y tomó asiento con Gema frente a Michael y Rolf. Rolf, que hasta ese momento había pasado desapercibido para los ojos oscuros de Gema -. Tenemos que ir a celebrar esto. Tú elige el lugar y yo me encargó de los gastos – ofreció Karol con una inmensa sonrisa. Gema se planteó la propuesta.
Rolf miraba a Gema con infinito cuidado. Aunque lucía aburrido, estaba más que maravillado con aquella chica de cabellos oscuros y piel blanca. Le fascinaba admirar sus facciones. La curva perfecta de su nariz, los hoyos que se formaban en sus mejillas y el brillo de sus ojos oscuros. Era como si al verla el tiempo se volviera más lento. No entendía que le sucedía con ella, solo tenía que averiguarlo.
Deseaba tanto que algunas de sus palabras estuvieran dedicadas hacia él. Después de todo, el punto de que Michael lo llevará hasta ahí era ese ¿no? Escuchar su melodiosa voz referirse a él.
Gema, joder. Gema.
Cuando la vio por primera vez apenas pudo contemplarla porque estaba a lo lejos, y no llamó su atención. Luego al verla pasar cerca de él por los pasillos las cosas cambiaron. Supo que tenía que conocerla. Y entablar con ella más que una mera amistad. Ella era como una diosa andando, flotando en el espacio para ser contemplada por los seres humanos. Era imposible no desearla. Su timidez era lo único que le jugaba en contra. Su único y peor enemigo.
Se animó a decir algo pero su voz fue opacada por la de un mesero que se había acercado a la mesa.
— Que buena la que se montaron, Gema tu voz es impresionante – Rolf giró la cabeza para encontrarse con Karl, mierda. Entrenaban juntos y lo conocía de años, él llevaba trabajando en el Keyfra desde hacía algunos meses. ¿Y ya conocía a Gema?
— A ver si convences a tu padre para que nos deje presentarnos más seguido – Gema había ignorado el cumplido con un sonrojo, discreta.
— Si prometes que será como lo de hoy me jugaré el trabajo para que lo hagan – Karol miraba al chico algo incomoda, al igual que Michael. Rolf lucía a punto de golpearlo por arruinar el momento por el que tanto se había armado de valor –. Como sea, saluda a los chicos de mi parte – dejó el pedido de Karol frente a ella –. Nos vemos Rolf - se despidió por último de él antes de irse a otra mesa.
Gema fijó su mirada en él y abrió los labios para decir algo, pero Karol la interrumpió. Rolf cerró los ojos de frustración. ¿Justo ahora todos le jugaban en contra?
Tiempo perdido, juego acabado.
— ¿Qué dices de salir con nosotros?
— No lo creo, Karol. Tengo que regresar rápido a casa. Para otra será – respondió encogiéndose de hombros -. Pero eso no quiere decir que debas de perder esta oportunidad. Salgan a algún lugar. ¿No todos hoy iban a estar en donde siempre? – comentó y Karol asintió desganada. Michael miró a Rolf y supo que tenía que salvar la situación por su amigo.
— No demoramos tanto, ¿solo una pizza? – sugirió.
— Tengo que regresar a casa antes de que me veten de ella. Lo siento chicos – parecía sincera. Karol se resignó.
— Pero dejamos esta para otra, ¿sí? – Gema asintió con la cabeza, sin dudarlo. No había nada que le pudiera negar a su amiga.
— Para otra – respondió y se acercó a Karol para darle un abrazo -. Cuídate – le pidió más que decirle y se despidió de Michael con la mano. Olvidándose nuevamente de Rolf.
Luego su figura desapareció por la parte trasera del escenario nuevamente. Sabía decisión en verdad, considerando la atención que tendría por la entrada principal.
* * *
Después de estar luchando varios minutos contra el metal oxidado de la puerta, Gema logró abrirla y salir al callejón oscuro al que daba esa zona. Agotada sacudió su bolso por el polvo que le había caído y amarró su cabello en una especie de moño improvisado.
La puerta se cerró con un sonido muerto y Gema se encontró en la oscuridad de un callejón. ¿Desde cuándo no usaban esa puerta? Hacer eso la había hecho perder mucho tiempo, y era lo que menos necesitaba. Bajo las escaleras que había de la puerta al suelo y enfocó la vista para distinguir el final del callejón.
Se veía a lo lejos la calle llena de luces y gente transitando por ella. Nerviosa caminó con rapidez, ya se estaba arrepintiendo de haber tomado ese camino. Igual ya no importaba, solo tenía que llegar al final. Ya no falta mucho para llegar a la vereda…
Un brazo salió de la oscuridad y la jalo, arrastrándola contra la pared. Era una mano grande, que le tapó la boca para que no lanzará un chillido. Asustada sintió como la apretaba contra la pared, inmovilizando su brazo debajo de su cuerpo. Sintió una respiración cálida encima de su rostro. Un hombre sin duda, de espalda ancha y brazos fuertes. Sin dejarse llevar por el pánico controló su pulso y pensó con claridad.
Con dificultad y dolor liberó el brazo que tenía detrás de la espalda sin que su atacante no se diera cuenta. Sacó lo más duro que encontró en el interior de su bolso y dejándose llevar por la adrenalina le atestó un golpe con fuerza a su atacante en la espalda y cabeza. Él se agacho y esquivo el segundo el golpe, ella aprovechó la distracción de él y se alejó lo más rápido que pudo.
— Hey – dijo él saliendo a la luz detrás de ella. Estuvo a punto de gritar pero vio su figura, la sonrisa divertida en el rostro.
— ¡Miller! – gritó furiosa. Ahora podía verlo con total claridad, ya que emergió por completo de las sombras. El cabello claro, los ojos azules brillando en el rostro. La furia en su interior se acumuló y le propinó una buena cachetada -. ¡Deja de acosarme! – gritó.
Él llevó su mano hacia su rostro y acaricio su mejilla sin perder la sonrisa burlona.
— Yo estaba aquí solo de pasada, lo juro – alzó los brazos como gesto de inocencia.
— ¿En un callejón? ¿En medio de la oscuridad? – respondió Gema con ironía -. ¿Para atacarme y pasarte de gracioso? Me has dado un susto de puta madre, Miller.
— Comprobar si te defendías, y que bien lo haces – Gema no aguanto mirarlo más y apartó su vista de él indignada. Miller solo se encogió de hombros.
— ¿Qué quieres? – preguntó cansada.
— Te acompaño a tu casa. Ya es tarde y sabes muy bien que esta zona no es segura – la respuesta de Gema se materializo en su rostro.
— Me vale madres lo segura que sea. Puedo irme por mi misma y cuidarme también – señaló el moretón que se podía ver en el cuello, al inicio de la camiseta y la mancha roja en su rostro. Sin esperar una respuesta se dio la vuelta y empezó a caminar entre la gente.
Estuvo tranquila por un momento, sin saber que él estaba detrás de suyo. Volteó y vio que la seguía. Soltó un bufido exasperado.
— En serio. Demonios, déjame en paz – medio le grito entre la gente, acelerando el paso. Pero él la siguió como si fuera un juego. Nunca había sido rápida y menos en ese momento.
— Vamos por la misma ruta, va a ser lo mismo – dijo él conteniendo una risa. Gema tuvo que admitir que ya había dejado de sentirse molesta.
— Cada uno irá por su lado en ese caso – sentenció defendiéndose para cruzar la calle.
— Entonces déjame decirte que cantaste grandioso hoy – Gema se quedó quieta de pronto. No lo había visto en el público, lo hubiera reconocido. Sin desearlo se fijó en él.
— Gracias – respondió sin dejar de mirarlo. ¿Por qué se detenía de pronto?
— Esa canción me hace pensar mucho en ti, ¿Sabes? Creep. Sería más fácil cantártela que explicar lo que sucedió en el verano – aquello dejó más muda a Gema. Esa canción, su letra… -. Eres jodidamente especial – le susurró Miller como despedida y cuando volteó ya no estaba más a su lado.
Era verdad. Explicar el verano en una canción era más fácil que intentar entenderlo. Y también que alejarse de Miller por todos los medios después de que había sido tan cercano a ella.
Cruzó la pista y caminó sin ninguna molestia siguiéndole los pasos.
* * *
Aún sentía las palabras de Miller cuando llegó a casa. Había entrado silenciosamente por si su madre estaba cerca. Tenía la esperanza de que sus padres hubieran salido y que su no presencia no les haya arruinado los planes.
Su esperanza se desvaneció cuando al entrar a su habitación vio a su madre esperándola con su bata y una taza caliente entre sus manos. No lucía nada contenta.
— Ni siquiera intentes explicarte, ¿entendido? Solo háblanos de tus plantes antes, para no crear nuevos que terminen en un basurero – sin decir más salió del cuarto de su hija.
Gema se sintió culpable y comprendió la molestia de su madre. Casi nunca podía avisarles. Y eso era porque casi todo el tiempo se la pasaban en el trabajo. En especial su padre.
En el Keyfra había perdido la noción del tiempo, entre canción y canción había olvidado mirar el reloj. Pese a sentirse molesta consigo misma por lo de sus padres, aun en su cuerpo corría la energía y la adrenalina de ese día.
Se tumbó boca arriba en su cama, mirando el techo. Este estaba decorado por unas estrellas pegadas que cuando recién las compraron brillaban en la oscuridad. El efecto se había perdido 14 años atrás.
Recordaba el último día que brillaron, tan pequeña y a penas consciente de lo que pasaba. Ellas eran su único punto de distracción en la noche y la hacían sentirse tan libre.
Por un momento sintió la voz de Miller cerca de su oído nuevamente. Solo por un momento…que inmediatamente desapareció de su mente. Exasperada salto de su cama y busco su laptop para distraerse. Intentando ignorar lo que había pasado.
Tuvo que buscar por varios minutos su laptop ya que en el verano había estado fuera todo el tiempo y ni tiempo de utilizarla había tenido. Ni siquiera recordaba cuando era la última vez que la había utilizado. La encontró dentro de su armario, debajo de un montón de ropa.
Se sentó en su cama y la prendió. Mierda, batería baja. Ni quería pensar en buscar el cargador en medio de ese desastre de cosas esparcidas por todos lados.
Como si un deseo hubiera pedido o por obra del jodido destino, entró Anna a su cuarto. Tenía una caja llena de cosas.
— Aleluya, tú en casa – la miró de arriba abajo minuciosamente, como si buscará alguna evidencia de la que pudiera acusarla -. He estado limpiando mi cuarto…y encontré muchas de tus porquerías – le dijo dejando la caja frente a ella.
Se fue sin decir más, parecía más cansada de lo normal. Sin pensar más en su hermana Gema cogió la caja entre sus manos y la puso entre sus piernas. Había unas cuantas prendas de vestir, un libro antiguo y muchas revistas. Pero lo mejor de todo: el cargador de su laptop. Tiro la caja debajo de su cama y conecto el cable.
…Gerard.
Fue lo primero que vio cuando la introducción terminó y la pantalla se ilumino encendiendo su laptop. Gerard y ella en su fondo de pantalla. Mientras el internet cargaba observo la foto.
Amaba esa foto, y aun le seguía gustando. Karol se las había tomado sin avisar, mientras ambos conversaban.
Gerard la cogía de la cintura, atrayéndola su cuerpo delicadamente hacia él. Él estaba completamente desarreglado mientras ella lucía una falda tubo negra y una blusa rosa con puntos blancos. La incomoda vestimenta que había tenido que utilizar para la presentación de inglés. Solo le había gustado usar los tacos ya que la hacían verse un poco más alta que Gerard.
Los ojos oscuros de él brillaban y su sonrisa era la de siempre, como un cachorro perdido. La miraba perdido en ella. Mientras que Gema lucía ajena, con la mirada en otro lado pero sonriendo. La secuencia de fotos seguía en orden. Con ella volteando la cabeza hacía él y ambos mirándose fijamente con los rostro muy cerca. Él dándole un beso en la mejilla y por ultimo ambos viendo a la cámara avergonzados.
Gerard y Gema. La foto era de 1 año atrás, cuando seguían en la secundaria con Karol y algunos más.
Era increíble que ya fueran 2 años desde que lo conoció y con el tiempo algo surgió entre ambos. Él no se había dado por vencido por más que ella puso todo tan complicado. Hasta que la hizo y empezaron una larga relación.
El hámster que él le regalo descansaba en su jaula tranquilamente, ajeno a todo. Verlo le recordaba tanto a él y como lo había dejado. Su corazón se encogió y por un momento sus ojos se nublaron, pero parpadeo varias veces y la sensación desapareció dejando un vació en su lugar.
Hacia no mucho de eso. ¿Un mes? Menos. Le dolía el hecho de que todo acabó porque dejo de sentirse igual con él. Mientras que él parecía que nunca podría dejar de quererla. Precisamente fue por ello que termino con él. Porque no podía corresponder al amor que él le estaba dando. Era demasiado para ella.
Negó con la cabeza y abrió la configuración para cambiar la foto. Colocó una predeterminada que le gustó y abrió el navegador sin ganas de seguir pensando en Gerard.
Todo el verano sin una laptop. Solo con un IPod que la comunicaba con el mundo cuando no estaba con los que más hablaba.
Abrió su perfil social sin saber a qué entrar y soltó un suspiro de aburrimiento. Tenía un largo mensaje de Karol hablando de Jonathan. Como siempre. Lo respondió y quiso cerrar su cuenta pero le llegó un nuevo mensaje.
Era una cuenta que no tenía agregada.
‘‘Hola, soy Rolf. No nos conocemos pero soy nuevo en el instituto al que vas. Michael me dijo que nos presentaría pero quiero conocerte. Y bueno…soy Rolf’’
Gema leyó el mensaje y contuvo una risa por no ser cruel. Recordaba vagamente al nuevo, sin embargo no le atraía. En ese momento lo menos que necesitaba era estar fijándose en cualquier chico que se le cursará.
Un poco cansada respondió y se pasó las horas siguientes hablando con él. Compartían más de una cosa y era entretenido.
Cuando el sueño amenazó con llevársela sobre su laptop se despidió. Sin más se recostó en su cama dejándose vencer por el cansancio. Sin percatarse que un mensaje nuevo brillaba en la pantalla.
‘‘Creo que dejaré a Edgar. Hay algo que debo de hablar contigo’’
Era de Deborah. Con el tiempo la pantalla se apagó y Gema no lo vio.
* * *
Desayunar, ducharse, cambiarse y salir de casa. La rutina de siempre.
En cuanto Gema despertó solo tenía una cosa en mente: el encuentro planeando con Catalina.
Antes de tiempo y con ánimo renovado Gema llegó al Keyfra y tomó asiento en una de las mesas que había junto a la ventana. Era sus favoritas porque tenían una vista increíble al parque del frente.
Nadie que la conocía estaba cerca ya que era temprano y ningún estudiante del instituto tenía la política de empezar el día o ir al Keyfra a esas horas. Amaba esos pequeños momentos en los que podía descansar sola, con ella misma.
El repiqueteo de las campanillas aviso que alguien había llegado a las puertas del Keyfra. Dirigió su mirada a la puerta y se encontró con Catalina atareada, como siempre, y caminando hacia su mesa.
Sus ojos cafés brillaban un poco ocultando el cansancio que tenía. Gema apostaría a que se quedó toda la noche leyendo. Si se trataba de Catalina, pues libros y estudios eran lo que la describían mejor. Y es que siempre ella quería ser la mejor en lo que se propusiera.
— Hola – murmuró soltando los libros que tenía sobre la mesa. Gema se asustó al ver la cantidad que tenía. ¿Realmente leía todo eso?
— Hey – dijo Catalina chasqueando los dedos frente a ella, que aun miraba sus libros -. Aquí – le recordó y Gema despertó.
— Ah sí, lo siento – sonrió mientras miraba a su amiga a los ojos. Catalina se sonrojó. Lucía más que nerviosa y ansiosa.
— ¿Qué? – dijo algo a la defensiva. Gema reprimió una sonrisa. Era sorprendente como las personas estaban cuando sentían algo -. No me hagas decirlo en voz alta, ¿sí? Lo vuelve…real – Gema asintió con la cabeza. El punto de su reunión con Catalina.
— Oh, pero tienes que decírselo – Catalina negó con la cabeza, horrorizada.
— Nunca, eso está fuera discusión.
— Claro que no, tienes que hacerlo.
— ¿Estás loca? – Catalina la miró como si Gema le hubiera pedido que mate alguien o le consiguiera drogas gratis.
— Él tiene que saberlo. Así tendrás oportunidad…
— No – fue la rotunda respuesta de Catalina, que se cruzó de brazos y se quedó quieta y muda. Una camarera se les acercó y ambas detuvieron su conversación.
Gema pidió por ambas mientras Catalina miraba el paisaje en silencio.
— Llevó guardándome esto por meses ¿okay? Y solo estoy jodidamente asustada. No solo tú lo has notado. Se lo conté a otra persona que…me entiende – Gema la miró confundida – Gerard – soltó y la chica se tensó por un segundo.
— Oh bueno – fue lo único que pudo decir.
— Y creo que él ya se lo confirmo a Michael y… ¡Ah! – Catalina soltó un grito que atrajo la atención de algunos.
— Eso es una razón más para decírselo – concluyó Gema y vio la inseguridad oculta en la actitud de Catalina -, vence el miedo y consigue al enemigo – le dijo picará y le guiñó un ojo.
— Bien – aceptó Catalina soltando un largo suspiro. Gema le sonrió y Catalina solo alzó un poco las comisuras de los labios.
* * *
Después de pasarse el día entero de un lado a otro, regreso a su casa por su guitarra. Gema alistó su guitarra para ir al ensayo en el estudio. Todo seguía con normalidad, pero tenía el sentimiento de que estaba muy cargada desde sus últimos pensamientos sobre Gerard. Casi nunca lo recordaba, ya que siempre evitaba el tema. Intentaba no prestarle atención a cosas que la hicieran volver al pasado.
Sin embargo frente a sus ojos su pequeño hámster se movió en su jaula, con esos puntos negros en la cabeza que parecían más botones que ojos. Sacudió su cabeza, eso de no recordar era más sencillo.
Con paso lento cruzó la puerta de su casa, su madre ya sabía del ensayo así que no quiso fastidiarla y avisarle. Desde la última pelea que habían tenido evitaba el contacto con ella, odiaba su mirada fría sobre ella. La hacía sentirse mierda.
Sorprendida notó que no había nadie en la calle. El viento corría con una tranquilidad inquietante, como si presagiara que algo le pasaría en cualquier momento. Ignoró aquella sensación y empezó a caminar.
Para cuando llegó al estudio sus manos estaban heladas, y su cuerpo tiritaba. LeBron la estaba esperando apoyado en la puerta, y al verla corrió a su encuentro.
— Pensamos que nos vendrías – le dijo envolviéndola con sus brazos para darle calor. Lucía pálida.
— Como crees – respondió Gema dejándose envolver por los brazos cálidos de su amigo. Los dos juntos caminaron el trecho que quedaban y entraron al estudio.
Eran inmenso y tenía todos los materiales que podían necesitar. Era increíble ser amigo de Nick en ese aspecto. Su pasión era la música y no le ponía ningún límite a cuanto hacer gastar a sus padres por sus objetivos.
Ángel estaban dentro y la saludó a través del vidrio. Gema sonrió de vuelta y entró a la cabina seguida de LeBron. A pesar de todo Gema no estaba de ánimos para ensayos, pero se los debía a sus amigos y no podía fallarles. Ella era como la líder entre ellos y si los abandonaba todo amenazaba con colapsar.
Se sentaron en el suelo, a lado de Ángel, y Gema sacó su guitarra. Charlie y Nick aparecieron por la puerta, agotados.
— Lo siento, nos demoramos – comentó Charlie como si nadie hubiera notado ese detalle. Gema lo miró de forma irónica y LeBron sonrió divertido.
— Pero tenemos noticias – dijo Nick sin darse cuenta de las burlas hacia su amigo. Charlie se sentó en el suelo e intento respirar lentamente -, nos ha llegado un correo de los organizadores del concurso – inmediatamente todos abrieron los ojos como platos, prestándole atención. Habían estado pensando solo en eso.
— La fecha del concurso se ha adelantado – soltó Charlie a todos -, va a ser esta semana – concluyó y todos se quedaron callados por unos minutos. Ángel decidió romper el silencio.
— Entonces, ¿Qué estamos esperando para empezar? – se puso de pie con una sonrisa radiante muy propia de él, dándole ánimos a todos -. ¡A ensayar! – exclamó y nadie se negó.
La fecha se adelantó. Asombroso. Lo único que le faltaba. Gema sentía que la cabeza le iba a explotar, e iba a ser muy aliviador para ella. Lo que menos quería era ensayar, necesitaba descansar por un momento de su rutina.
Se acomodó en el banquillo que siempre había para ella, justo al frente del micrófono. Y se dejó llevar por las notas musicales intentando obviar el hecho de que ese sería el ensayo más largo de su vida.
* * *
Tres horas no fueron suficientes para convencerse a sí mismos de que podían hacerlo. Y es que todos cedieron a irse cuando Gema les pidió que le dejaran descansar su voz. Aquello había parecido 3 años para ella.
Gema salió del estudio y respiro el aire frío de la tarde. A un lado el sol ya parecía querer ocultarse entre las nubes, a sabiendas del frío que se aproximaba se colocó una gorra y sin dudarlo empezó a caminar tranquilamente con la idea de ir al Keyfra unos minutos, a comprarse una dona y tal vez un café para luego descansar en su casa. Cuando llegó no pudo evitar mirar el callejón por el que había salido la noche anterior. Un escalofrió le recorrió el cuerpo sin que lo deseara. En medio de su ensoñación resbaló con una lata tirada en el suelo y todas sus cosas salieron volando.
Cerró los ojos y respiro. Tenía que calmarse. Se puso de pie y recogió sus cosas. De verás necesitaba algo que le quitará el dolor de cabeza y esa extraña sensación de vació en su interior. Mientras recogía sus cosas sintió como alguien se acercaba y la empezaba a ayudar.
Cuando alzó la vista supo que ni mil aspirinas le quitarían el dolor de cabeza que iba a empezar a sentir.
Miller. Parado tendiéndole su agenda, con una sonrisa burlona como siempre. Gema soltó un bufido. ¿Por qué ahora le molestaba tanto hablar con él si en el verano habían sido inseparables?
— ¿Y esa cara? – le preguntó él colocando la libreta dentro de su bolso abierto. Su voz sonó exageradamente preocupada.
— Es el olor que desprendes – le dijo señalándolo con un ademán, y es que sabía que tenía una cara de furia y asco. Con el ceño fruncido y el labio torcido en un gesto extraño. Miller sonrió aún más y sus ojos reflejaron una chispa extraña.
Gema no tenía tiempo para jugar con Miller, así que con paso firme camino de vuelta a la vereda hacia su casa. El plan de la dona y el café acaba de ser eliminado.
Casi esperándolo, volteó y lo vio caminando detrás de ella. La alcanzó antes de que se diera cuenta, como siempre. En un momento fugaz le arrebató la guitarra y se la puso en el hombro. Gema ni siquiera tuvo tiempo de poner fuerza y lo vio caminando con su paso de dios con su guitarra apoyada en la espalda.
— Y, ¿A dónde vamos? – preguntó como si nada, dándole un empujón para que siguiera caminando.
* * *
Media hora caminando y Gema seguía sin saber a dónde llevarlo. Miller no daba señas de estar cansado o frustrado, sino todo lo contrario, a cada minuto su expresión se volvía más divertida.
Gema en un inicio pensó que despistarlo sería pan comido, llevarlo a todo lado hasta que se aburriera y terminará yéndose. Lo conocía y sabía que lugares lo aburrían. Pero eso parecía que esta vez no funcionaría.
Eran completamente opuestos uno al lado del otro. Miller con un paso tranquilo y fresco, caminando como si ninguna chica valiera la pena frente a él. Al mismo tiempo reflejaba inseguridad en los ojos, y con cada mirada que le daba a Gema. La chica más hermosa sin duda. Con un aspecto furioso y nervioso.
Rendida se dejó caer en una banca de madera. Se había detenido en un parque infantil con muchos juegos para niños. Los pequeños revoloteaban de un lado a otro y lo único que escuchaban eran sus risas y gritos chillones. Miller la miró unos segundos y se sentó a su lado.
— ¿Te rendiste de que me vaya? ¿Tan rápido? – Gema ni siquiera quiso verlo. Continuó con la mirada hacia el frente -. Solo podrías decir que no quiere que te siga y me iría…
La chica soltó un bufido. ¿Realmente se iría si se lo pedía? Y es que parecía fascinarle darle la contra.
— Dímelo Gema. Dime que importa una mierda el tiempo que pasamos en el verano y que ya no te interesa seguir siendo mi amiga. Que te vale madres si te sigo o no. Dímelo a los ojos y te prometo que nunca más intentaré arreglar lo que sea que se haya malogrado en nuestra amistad – Gema sintió como la gruesa voz de él traspasaba los mechones de su cabello -. Pero no puedes – concluyó él.
— ¿En serio crees que no? – Gema volteó a verlo frente a frente, enfrentarse al azul de esos ojos que conocía tan bien -. Pues tu ego no te permite ver la realidad – respondió cortante, intentando lastimarlo. Tomó la determinación para hacer lo que debía de hacer -. Déjame – le dijo mirándolo directamente, las palabras dolieron cuando salieron de sus labios -, para siempre.
Creyendo la batalla ganada Gema quiso sonreír pero algo la detuvo, un nudo en su garganta… ¿culpa?
— ¿En serio crees que soy tan malo para ti? Llevas conociéndome desde hace años y solo quería acercarme más a ti, cosa que hice por un momento, pero desde que las clases empezaron solo me envías lejos y más lejos. Deja de jugar y decide que quieres para ti, joder.
Gema se quedó callada y tuvo que aceptar cierta verdad en las palabras de él.
— Has estado más cerca de los que crees – admitió antes de retener por más tiempo las palabras en su interior -. Yo…estoy asustada, ¿okay? – liberó lo que tanto le costaba admitir.
Cuidadosamente Miller estiró su mano encima de la banca, las yemas de sus dedos deslizándose por la madera silenciosamente hasta llegar al encuentro de la mano de Gema. Al sentir el contacto frío alejó su mano por reflejo y alzó la vista para verlo. Él envolvió con sus dedos la mano pequeña de ella sin dejar de mirarla.
— Olvídate de todo, como en el verano – le ofreció con una sonrisa de lado. Y sintió como si el verano volviera de pronto.
Ya no le importaba si era una locura. Quería dejar de sentirse agobiada por su ruptura con Gerard, nerviosa por la audición al concurso y asustada por las cosas que Miller llevaba ya mucho tiempo causando en ella.
Él no era malo, ella quería verlo malo. Porque así se hacía más fácil evadir todo lo demás.
Por un momento quería dejarse llevar…ser libre.
Sin saber que tenía él en mente lo siguió sin soltar su mano, adentrándose en el parque hacia los juegos repletos de niños.
— ¿En qué estás pensando? – lo interrogó Gema sin lograr captar su atención.
— Un momento – pidió y se acercó a un niño que tenía un helado. Cuidadosamente hizo que se le cayera al suelo – Ups – dijo sin siquiera sonreír. No mostró ninguna emoción en el rostro.
El niño lanzó un grito/sollozó escandaloso y chillón para salir corriendo como un nene. La mayoría de los niños lo siguieron y solo quedaron los dos solos.
— Eres un capullo – le gritó Gema molesta y él se encogió de hombros.
— Ese niño era un capullo. Mientras hablabas no sé si viste como trataba a una niña pequeña, se lo merecía – igual Gema lo miró furiosa unos minutos hasta que se calmó. Miller dio su defensa y se sentó en uno de los juegos de plástico.
Gema tuvo que calmarse interiormente antes de matarlo. Pensó en todos los niños y solo tuvo que aceptar cuanto la irritaban en más de una ocasión. A penas y toleraba a su hermano menor. Sin saber que decir se acercó a Miller hasta quedar frente a él.
— ¿Y que se supone que tienes planeado hacer? – Miller sonrió de lado y extrajo una bolsita hermética de su bolsillo trasero.
— Jugar en estos juegos como niños, pero con estas – dijo alzando la bolsa frente a Gema. Dejando ver unas pastillas bailar en su interior.
— Las malas lenguas decían que eras más sano que el agua – comentó Gema cogiendo la bolsa y examinando su interior -, y yo no cagó mi vida con estos – se la devolvió, golpeándola contra su pecho.
Miller alzó sus cejas pobladas y sostuvo la bolsa de vuelta.
— Es cierto. No tomo, no fumo ninguna hierba. Pero no dejó que algunas pastillas me alegren – Gema puso los ojos en blanco y negó con la cabeza -. Oh, vamos. No es ninguna droga…hablando estrictamente es lo que tomarías si estuvieras algo enferma – Gema negó con la cabeza.
— ¿Cuál es su efecto? ¿Euforia? – soltó con ironía y Miller se encogió de hombros.
— Solo una. No te hará absolutamente nada – prometió alzando la mando y poniéndose una mano al pecho. Gema soltó un suspiro.
— Y después dices que no eres malo para mí – fue su último comentario antes de que Miller sacará dos pastillas, le diera una Gema y ambos la tomarán al mismo tiempo.
El efecto no fue al segundo pero él rio como idiota frente a ella. Dio un salto e ingresó al primer juego de toboganes, jalándola con la mano detrás de él. Perdiendo la noción de todo juntos se internaron en ese juego y tal y como prometió Miller, olvido todo.
* * *
Muy lejos de Gema, en su mochila; que había dejado tirada en el parque; su celular vibró. La pantalla se encendió en la oscuridad e iluminó el interior con un mensaje.
‘‘Dejé a Edgar. Te necesito’’
Nuevamente se apagó y Gema continuó ajena.
* * *
Ya ni siquiera recordaba cuanto tiempo llevaban en ese laberinto infantil, siguiéndose entre las sombras. Se estaba divirtiendo mientras Miller la perseguía y cantaba una canción que conocía muy bien. Su voz gruesa rebotaba en las paredes del túnel, llegando a ella como una vibración.
Creep.
Era como si la música rebotara en su interior, resonando en sus oídos con fuerza. No sabía si cantaba bien, solo se dejaba llevar por la letra y su significado.
Miller la alcanzó sin dejar de cantar y atrapó su tobillo, deteniéndola. Aquello envió una descarga a todo su cuerpo y se detuvo sin que él hiciera fuerza.
Con cuidado se abrió paso entre el túnel y ella, para quedar de costado con Gema muy cerca de él. Era increíble pero ambos entraban en ese reducido espacio.
Gema tenía que admitirlo, mientras él cantaba frente a ella. Estaba más que intimidad frente a él. Desde esa altura tenía que alzar un poco los ojos para verlo al completo. Las facciones duras. Las cejas grandes y pobladas. No era tan hermoso como decían, con la nariz demasiado pequeña para el rostro y los ojos tal vez algo achinados. Sino era lo que significaba para ella.
Cuando él estiro su mano para acariciar su mejilla Gema no se sintió nerviosa, se sintió segura. Él empezó la segunda estrofa, casi susurrándosela como un secreto.
Era como si algo vibrara en su interior, una sensación nueva y abrasadora. Como un clic en su cabeza que había querido ignorar por tanto tiempo peor ya no podía hacerlo por mucho más.
Sus miradas se encontraron en la oscuridad y Gema contuvo el aliento.
— ¡Salgan de ahí ahora mismo! – escucharon la voz furiosa de una mujer desde afuera.
— Coño, la madre del niño – maldijo Miller y ambos salieron como sea de ese lugar.
Afuera ya los esperaba una mujer algo vieja con los brazos cruzados y un pie dando golpecitos en el suelo. Tenía toda la pinta de ser una mujer de armas de tomar. Detrás de ella el niño sonreía maliciosamente.
Miller cogió el bolso de Gema y se lo lanzó mientras se ponía la guitarra a la espalda. Corre. Le dijo a Gema con los labios y ambos emprendieron la huida.
— ¡Vayan a hacer sus cochinadas a otro lado! – les gritó la mujer mientras ambos corrían sin mirar atrás. Gema disfrutó del momento.
Se detuvieron junto a la laguna artificial que había y Gema no supo si seguir corriendo y huir de todo nuevamente. Más Miller conociendo sus intenciones la detuvo antes de que pudiera hacerlo.
— ¿Qué me estás haciendo? – le gritó Gema soltando su frustración y acercándose demasiado a el rostro de él.
— Te preguntaría exactamente lo mismo – ambos se quedaron en silencio, con las respiraciones agitadas. Estaban tan cerca por un momento al siguiente se encontraban alejados por otra eternidad.
Si se consideraba la distancia no era nada. Y Miller tomó la determinación de acabar con todo. Sin contenerlo la atrajo hacia sí y le plantó un beso. Gema no tuvo lugar a reaccionar y se dejó llevar por el momento.
Hasta lo que separó de sí. Miro a sus ojos brillantes y salió huyendo de ahí sin mirar atrás.
* * *
Tras correr por lo que pareció una eternidad Gema llegó a su casa y se encerró en su cuarto sin saludar a nadie.
— ¿Gema? - una voz aguda la sorprendió y se encontró con Karol sentada sobre su cama. Gema intentó calmar su respiración en vano. ¿Por qué no le habían dicho que tenía visita? Oh claro, no se había molestado en saludar a nadie.
— ¿Karol? ¿Qué haces aquí? - logró que su voz sonará tranquila, mas su amiga no se lo tragó.
— Quise sorprenderte, como siempre - Karol lucía más confundida aún, levantó un paquete de donas de su cama y Gema sonrió enternecida -. Creo que acerté al venir - Gema asintió con la cabeza y se acercó hasta ella, dejandose caer en el colchón.
El silencio reinó por unos segundos, solo con el sonido de la rueda del hamster girando de fondo. Karol aceptó que su amiga no dijera nada, hasta que la curiosidad acabó con su paciencia.
— ¿Ahora me vas a decir que sucedió? - su pregunta fue como el detonante que hizo que todo en el interior de Gema explotará. Eran mejores amigas, no la juzgaría.
Pronto la chica se sumergió en la narración más larga que tenía, empezando por el verano y terminando con el beso de Miller. Le comentó de sus inseguridades, de como había estado pensando últimamente en Gerard y el dolor y culpabilidad que eso le provocaba. Karol escuchó en silencio hasta que llegó su momento de intervenir como consejera.
— Es muy simple aunque no lo veas: tienes que dejar ir a Gerard para darte una oportunidad con Miller. Y vaya que Miller se lo merece, está colado por ti desde que apareciste en su vida. Y ni siquiera te molestes en fingir que no es verdad, solo necesita que tú lo aceptes - de la boca de Karol las cosas lucían un poco más claras para Gema -. No vas a poder aceptar a Miller con la sombra de Gerard a tus espaldas - Gema se quedó en silencio sin saber que decir exactamente, Karol soltó un suspiro y cruzó su habitación. Cuando volvió a su lado tenía algo entre sus manos: la rueda con un pequeño hámster.
— Debo regalarlo, ¿no? - Karol asintió con la cabeza, Gema recibió la rueda y observó el pequeño ser en su interior. Era lo único que le quedaba de Gerard, todas las demás cosas o estaban perdidas o las había terminado botando sin darse cuenta.
— Michael y yo te podemos ayudar a encontrarle un hogar - se ofreció Karol sonriente y Gema soltó una risa, luego miró a Karol con una ceja alzada.
— Como que Michael y tú son inseparables ahora - Karol se sonrojó un poco para mirar seriamente a su amiga y negar con la cabeza.
— Somos mejores amigos - Gema se encogió de hombros.
— Si tú lo dices - Karol negó con la cabeza y se dio por cerrado el tema.
* * *
El día de la audición. Al fin había llegado contra todo. Y es que esa semana había sido la más larga de su vida. Ignorando a la gente en el instituto, sin los acosos de Miller. Todos se preguntaban qué le pasaba a Gema y ninguno se lo podía explicar.
Karol y Michael habían encontrado un lugar para el pequeño hámster. Gema lo dio con algo de pena, y tuvo que admitirse a si misma, alivio.
— Sigo sin entender cómo te robaron la guitarra - comentó Ángel afinando una guitarra prestada por el instituto. Gema se encogió de hombros ignorando la mentira que había tenido que decir porque Miller se había quedado con su guitarra.
— Ni siquiera yo lo entiendo - se limitó a responder. Los chicos estaban nerviosos y casi ni le prestaban atención. Ángel terminó y le tendió la guitarra, Gema la cogió temblando. El chico quiso preguntarle algo pero ella le pidió con la mirada que no lo hiciera.
— Siguen ustedes, ¡ya! - les gritó un chico de producción desde la puerta. Todos se miraron entre sí y entraron.
Era un auditorio grande. Estaba vacío y oscuro, solo con el escenario iluminado. El jurado los miraba desde los únicos asientos que ocupaban en el público.
Ángel los miró a todos alentándolos con la mirada y caminaron juntos hasta el escenario. Una vez ahí acomodaron sus instrumentos y esperaron que el jurado empezará.
— ¿La banda no tiene nombre? - preguntó uno de ellos, una mujer rubia de lentes. Gema negó desde su ubicación. La mujer negó con la cabeza y escribió algo en su cuadernillo. Un punto menos. El sudor empezó a correrle por la frente, miro disimuladamente a sus compañeros que se ponían más nerviosos a cada segundo. Sentía como se le formaba un gran nudo en su garganta, tenía que calmarse. Respiro profundamente y se relajó o al menos intento hacerlo.
— Bueno ¿quién es el líder aquí?- pregunto otro miembro del jurado que parecía algo mayor que la chica rubia, usaba una camisa descolorida y no se veía de buen humor.
— Yo - dijo con casi un hilo de voz Gema levantando tímidamente su mano.
— ¿Tú “quien”? - le respondió con una pregunta el hombre con un poco de arrogancia divertida.
— ¿Ah? Yo, Gema - disimuló su nerviosismo con una de sus espectaculares sonrisas radiantes.
— Muy bien Gema, sabía que tenías nombre. Pueden empezar - el tipo se recostó en su silla con aire aburrido.
Su rutina ya se la sabían, Gema le indico una señal a Charlie que empezara a tocar y todos se unirían. Todo iba bien, Gema intento relajarse No tenía su guitarra por lo que solo tenía que cantar, no podía arruinarlo.
Charlie empezó a tocar Creep y todos empezaron. Gema entró en el momento indicado y su voz melodiosa llenó el silencio del lugar, la letra ahora le sabía tan distinta.
Con cada palabra que decía no podía evitar pensar en Miller, en cuando él le había cantado a ella, en ese día.
Se dio cuenta de que estaba perdiendo la concentración y se recuperó. Las notas altas llegaron y la letra le cayó como balde de agua fría. ‘‘Ella está huyendo a través de la puerta’’. Gema ya había perdido la concentración y no era consciente de como estaba cantando. Solo podía pensar en una cosa: estaba huyendo.
Huyendo de sus sentimientos, de lo que Miller causaba en ella. Y tenía que dejar de hacerlo. Debía detenerse o pronto explotaría y todo terminaría peor de lo que estaba. Un nudo se instaló en su garganta en el peor momento.
Tenía que encontrar a Miller y solucionarlo todo de una maldita vez.
La canción terminó y el jurado ni se inmuto en su asiento. No escribieron nada en sus libretas, solo los miraron en silencio.
— Muy bien, pueden retirarse – fueron las únicas palabras de ellos. No se lo tuvieron que decir a Gema dos veces.
* * *
Gema llegó al muelle antes de lo esperado. Era un lugar cercano en el que siempre se encontraba Miller. Vivía en unos condominios cercanos y pasaba la mayor parte del día ahí como Deborah y sus demás vecinos.
Estaba despeinada y el calor que estaba haciendo la hacía sudar más de lo normal. Se limpió la cara con el pañuelo rojo que tenía amarrado al cuello y lo dejó ahí, sin saber qué hacer. Todas sus esperanzas estaban en que Miller se encontrará ahí.
Y si estaba ahí, apoyado en la baranda que daba a la playa de la ciudad. El viento despeinaba su cabello y su mirada lucía algo perdida. Se sorprendió al ver que tenía su guitarra ahí mismo.
Tomó toda la convicción que tenía y caminó hasta donde se encontraba, pero se detuvo a unos metros de pronto insegura de sí misma. ¿Y si ahora él la mandaba a volar? Aquello era lo más probable. No, no se podía dar por vencida.
Avanzó los metros que le faltaban y con cuidado le tocó el hombro a Miller dos veces, él volteó a verla y no hizo ningún gesto. No cambió nada en su expresión.
Gema pensó que todo había sido una mala idea y retrocedió, pero él envolvió con su mano la muñeca de ella evitando que se fuera.
— Tardaste mucho - Gema quiso poner los ojos en blanco por su ego, pero él cogió la guitarra y se la dio -. Creí que era más especial para ti - comentó encogiéndose de hombros.
— No tuve tiempo - respondió sin saber que decir y Miller se dio la vuelta para seguir viendo el mar -. Quiero hablar contigo - soltó y él nuevamente la miró. Se sentía tan pequeña junto a él, pero a la vez poderosa. Sabía lo que causaba en él.
— ¿De qué? - Gema no encontraba las palabras por lo que dejó su guitarra a un lado y se estiró para quedar frente a frente a Miller. Este lucia confundido y sorprendido por su actitud.
— Está bien - respondió Gema tocando el rostro de él con cuidado y acercándose lo suficiente como para darle un beso, pero sin hacerlo. Miller la terminó de atraer a sí y Gema sintió nuevamente las sensaciones que solo él le transmitía con un beso.
Ambos se dejaron llevar y disfrutaron de momento.
Cuando se separaron Gema sonrió por primera vez después de tiempo frente a Miller, una sonrisa sincera y alegre.
Aquello ensanchó el corazón de Miller que no pudo sentirse más feliz. No se necesitaron más palabras entre ellos.
* * *
Al cruzar el umbral de la puerta de su casa Gema llegó a sentirse completamente tranquila, después de tanto tiempo ya no sentía la culpa sobre ella. En su lugar tenía paz en su interior.
Sentado en el sillón se encontraba su papá, mirando una película con su hermanito menor al lado. El pequeño saltó al verla, hacía mucho que no pasaban tiempo a solas. Su padre le sonrió, algo confundido por la felicidad que su hija irradiaba.
— ¿Sucede algo Gema? - la chica soltó un suspiro y tomó asiento junto a él. Su padre la protegía más que a nada en el mundo, y nunca le había agradado la idea de que su pequeña estuviera junto a un chico. Eso había hecho que Gema le ocultará su larga relación con Gerard por miedo, no quería que la separarán de él.
— Sí - respondió con seguridad. Con Miller era distinto. Sentía una fortaleza que con Gerard nunca había tenido, podía confiar en que Miller no la dejaría por otra persona -. ¿Recuerdas a Miller? - su padre asintió con la cabeza, de pronto intrigado por la conversación -. Creo que estoy algo enamorada de él - admitió Gema por primera vez. Su padre alzó las cejas.
— ¿Enamorada no es una palabra algo fuerte? - Gema asintió con la cabeza, se sentía tan abierta frente a su padre, siempre había sido así.
— Me siento extraña con él, solo quiero estar con él y no pienso en nada más que él todo el día. Me siento enferma - su padre sonrió ampliamente.
— ¿Y entonces porque no estás con él? - las palabras de su padre la dejaron en silencio. Acababa de arreglar las cosas con Miller pero no estaba segura de que ya ''estuvieran en una relación''. Las cosas seguían siendo delicadas tratándose de Gerard -. Si ese chico te quiere como tú lo quieres él no te dejará ir, es más, te perseguirá hasta el fin del mundo si es necesario -.
— Solo dile que no exagere las cosas - de pronto la madre de Gema apareció en el pasadizo, mirando sonriente la escena. Gema sintió que estaba siendo una intrusa y se levantó incomoda.
— Supongo que lo conocerán pronto - fue lo único que logró decir algo confundida y su padre asintió con la cabeza. Su hermano pequeño, que se había quedado en silencio durante la conversación, regresó al lado de su padre a continuar viendo la película.
Gema salió de la sala y se encontró con su madre en el pasadizo.
— Gerard sabrá entenderlo - las palabras de su madre la dejaron callada hasta que esta entró a la sala. Gema subió a su cuarto con mil sensaciones en su interior.
¿Qué había sido todo eso? Ni siquiera comprendía lo que había hecho. Solo se dejó llevar por sus sentimientos por una vez y todo termino…bien. Y todo por el puto torbellino que era Miller con ella.
Entró a su cuarto sin dejar de sonreír hasta que un pitido la sobresaltó. En su bolsillo trasero su celular vibraba. Cuando lo sacó vio que tenía un mensaje nuevo. Sin mucha importancia lo abrió. De Deborah…
‘‘Creo estar enamorada de ti. Joder, esa era la puta cosa que tenía que decirte’’
Mierda.